82: Te dañare... Mi amor.
Mi corazón latía a mil por hora mientras el coche se estacionaba en el jardín de una enorme casa iluminada con cientos de luces cálidas. Era majestuosa, imponente, como sacada de una revista de lujo. Intenté recordar si la conocía, pero no… jamás la había visto en mi vida. Claro que tampoco es que Valentino me hubiera llevado a pasear por sus propiedades como si fuera parte de su mundo.
—¿Estás nerviosa? —preguntó Mirko, observándome con atención.
Volteé a mirarlo. Por un segundo estuve tentada a soltarle la verdad: claro que estaba nerviosa. Me iba a enfrentar a todos los que me habían destrozado allí, a sus miradas, sus hipócritas sonrisas, susurros y juicios. Pero en lugar de decirlo, forcé una sonrisa y negué con la cabeza.
Eso pareció complacerlo. Una media sonrisa se dibujó en sus labios, como si disfrutara ver que yo sabía mantener el control. No insistió más.
Mientras el chófer apagaba el motor, sentí cómo mis manos comenzaban a sudar. Me las sequé discretamente sobre el vesti