11: Quebrarte para tenerte.
[Valentino]
Tenía tanta rabia que fácilmente podía matarla en ese mismo momento. Verla desnuda con él hizo que mi parte más primitiva dominara. Ahora entendía a mi abuelo cuando me decía que el deseo y el amor son una navaja de doble filo.
La miré. Estaba a mi lado, llorando y suplicando por él. Ella rogaba por ese bastardo, y odiaba escuchar su nombre salir de su boca, una boca que me pertenecía. Me carcomía la idea de imaginarlo acariciando un cuerpo que era mío.
¡Carajo! Odiaba la idea de ella debajo de él.
—Por favor, Valentino, te lo ruego… Por favor, no les hagas nada. Te juro por nuestros hijos que no volveré a huir.
Tapé su boca con mi mano y apreté. Sus ojos, que ya eran grandes, ahora se veían enormes y rojos por las lágrimas.
—¿Cómo te atreves a jurar por mis hijos? Porque ellos solo me pertenecen a mí. Así que agradece que los llevas dentro o ya te hubiera metido una bala en la frente —le dije.
Su mirada temblaba mientras sus lágrimas caían sobre el dorso de mi mano.