Aquel día, en la casa de sus abuelos fue como un verdadero sueño para ambos, pues no dejamos de hacer el amor en todo el día, y al llegar la noche, volvimos al pueblo, cenamos algo en el KFC y luego me llevó a su casa.
Sonreí como una idiota al escuchar aquello y agarré la mano que él me cedía, para luego caminar con él hacia la casa.
Subimos hacia su habitación y luego lo escuché maldecir al coger el teléfono.