Samuel me miró con una seriedad que me hizo contener el aliento. Se quedó un instante en silencio, como buscando las palabras justas, antes de empezar a hablar.
—El padre de Elliot… era Frank Clark —dijo con voz baja, casi como si temiera que las palabras pudieran romper algo en el aire—. Edgar jamás fue su padre. Él siempre quiso proteger a tu madre y a Elliot, pero Frank… Frank nunca dejó de tener su influencia.
Me quedé en silencio, procesando cada palabra, mi corazón latiendo con fuerza, como si ya supiera que la historia sería más complicada de lo que imaginaba.
—Pero cuando Edgar se enteró de que Elliot no era realmente su hijo… se fue. No podía con el engaño —continuó Samuel—. No solo se casó con tu madre porque quisiera protegerla. Se enamoró perdidamente de Margaret, y ella… nunca lo amó de esa manera. Ni a él, ni a Frank.
Me mordí el labio, incapaz de mirarlo directamente, mientras él seguía hablando, con una voz grave y pausada. Sentí un escalofrío recorrerme la espalda.
—F