57• Ya sé la historia.
Seguimos caminando. Los pájaros empezaban a regresar a sus nidos, y el cielo se pintaba de tonos rosados. Samuel me hablaba sobre las cosechas, sobre cómo este año el clima había sido más seco y eso había afectado la producción. Yo lo escuchaba, pero en realidad mis pensamientos estaban en otra parte.
En Grace.
En lo que me dijo antes de que todo se saliera de control.
En Elliot.
Tragué saliva y respiré hondo antes de hablar:
—Samuel… —empecé, mirando el camino frente a mí—. Hay algo que tengo que contarte.
Él se detuvo y giró apenas la cabeza, lo suficiente para mirarme de reojo.
—¿Qué sucede?
—Elliot —dije, y sentí que el nombre me pesaba en la lengua—. Se llevó unos documentos del despacho. Los del viñedo. No sé exactamente qué planea hacer con ellos, pero… no parece algo bueno.
Samuel frunció el ceño, deteniéndose por completo.
—¿Cómo que se los llevó? ¿Viste al joven Elliot?
Negué lentamente.
—No lo vi. Me atacaron por la espalda… pero sé que fue Elliot. —Sentí un nudo en la gar