El auto avanzaba lentamente por el camino de tierra que conducía al viñedo, dejando atrás el murmullo de la ciudad. Desde la ventana, el paisaje se extendía tranquilo, pero dentro de mí todo era un torbellino. Mis pensamientos iban tan rápido como el movimiento de las ruedas, chocando una y otra vez contra el mismo punto: Samuel.
Yo iba en el asiento trasero, con las manos apoyadas sobre el vientre, sintiendo los pequeños movimientos de mi hija, recordándome que no estaba sola. No podía dejar de pensar en las palabras de Grace. “Habla con Samuel”. No había dejado de repetirlo en mi cabeza desde anoche. Su voz, su expresión al decirlo, ese temblor que la traicionaba… todo me indicaba que lo que había detrás de ese secreto no era algo pequeño. Y ahora, cada kilómetro que avanzábamos me acercaba más a la verdad, a algo que tal vez no sabía si estaba lista para escuchar.
Grace me había hablado de promesas. De un pasado que no debía removerse. Y aunque intenté convencerme de que quizá ex