Mundo ficciónIniciar sesiónLIBRO 6 de la Serie - Aurora Russo es una chica de 19 años alegre, inteligente y solitaria, carece de amigos porque dice no tener tiempo para eso, mucho menos para enamorarse. Alex Luciano Castelli tiene 20 años, es el orgullo de su padre, un chico amoroso, protector de sus hermanos y sucesor de Luca Cavalcanti en la empresa de moda. Estas dos almas se encontrarán en un día de lluvia, sobre un piso sin antideslizante y desde allí nada los separará... o tal vez el pasado de sus padres se interponga un poquito. ¿Podrá derribar esas barreras para ser felices?
Leer másSelene no dejaba de observar la última publicación de Alejandro Urdiales en redes sociales.
El hombre, arrodillado frente a una hermosa chica de pelo rubio y ojos celestes, le pedía matrimonio. La escena era digna de un cuento de hadas. Flores. Un cielo estrellado y las olas rompiendo de fondo. Incluso podía imaginarse el sonido que hacían al chocar con la orilla. Limpió una lágrima silenciosa que se deslizó por su mejilla, mientras notaba cómo la publicación aumentaba en likes y comentarios sobre felicitaciones. Sumergida en aquella tortura, recordó cómo había iniciado su relación con el hombre. —Por favor, opera a mi madre. Haré lo que quieras —había suplicado casi de rodillas. Él había pasado de ella, viéndola como si fuera insignificante, pero insistió tanto, lo persiguió hasta el cansancio, que terminó quitándole la virginidad en un baño de la clínica. Y allí, frente al lavabo, con la máscara de pestañas corrida, vio su reflejo en el espejo que le decía: —Estuvo bien, pero no lo suficientemente bien para costear una operación de miles de dólares. ¿Tienes algo más que ofrecer aparte de ese cuerpo tuyo? Inmediatamente, pensó en la casa alquilada donde vivían, en su hermanita con síndrome de Down, en su trabajo de medio tiempo y en sus estudios recién iniciados. Aparte de ochenta dólares en su bolsillo no tenía nada más que ofrecerle. Y él lo leyó en su expresión, porque con una sonrisa arrogante, dijo: —Lo suponía. —Por favor… —suplicó de nuevo, viéndolo darle la espalda para marcharse. La miró por encima del hombro antes de decir: —Tu cuerpo no es gran cosa para mí. Ni porque me lo des mil veces podrías pagarme. Pero seré generoso esta vez —se burló en un tono cínico—. Haremos un trato. Tres años siendo mi amante y quizás con eso podría bastarme. Pero si no es así, entonces me darás el dinero. —Está bien —no lo meditó demasiado antes de responder. No tenía tiempo para eso. La vida de su madre estaba en juego. De eso habían pasado ya poco más de dos años. Su relación con Alejandro había sido redactada en un documento que había firmado sin saber que después de estampar su firma se vería obligada a estar a su merced siempre que al hombre le apeteciera, cosa que, para su mala suerte, era muy frecuente, ya que incluso ese día, luego de pedirle matrimonio a aquella mujer, había solicitado su presencia en su departamento. Por un momento pensó que aquella reunión era para ponerle un fin a todo esto. Ahora que finalmente se casaría, lo más lógico era que ya no quisiera que siguiera siendo su amante. Era unos meses antes de lo estipulado, pero estaba bien con esa decisión. Sin embargo, cuando el hombre llegó, desajustándose la corbata y lanzándola al sofá como si nada, vio en sus ojos una intención que estaba bastante alejada de una conversación. No, Alejandro Urdiales no había venido precisamente a platicar. Se acercó a ella sin saludar, tomándola por la cintura, mientras buscaba sus labios. Cosa que no consiguió porque no pudo evitar girar el rostro en el momento exacto. —Y entonces te vas a casar… —sacó el tema. Se sintió como una mujer celosa y estúpida, pero necesitaba saber qué pretendía hacer él a continuación. —Sí —su respuesta fue seca y parca, mientras repetía el proceso de intentar besarla. Sintiendo una punzada en el corazón, se alejó con suavidad, tratando de no parecer demasiado afectada. —Supongo entonces que este es el fin —dijo con calma, manteniendo a raya todas las emociones que querían rebasarla. —¿El fin? —entrecerró los ojos, nada contento con sus palabras. —Sí. No creo que tenga sentido para ti tener una amante cuando tendrás a una mujer tan bonita esperándote en casa, ¿o sí? —¿Son estos celos, Selene? —la tomó bruscamente de la barbilla para que lo mirara a la cara—. Que yo sepa no te pago para que te pongas con este tipo de ridiculeces. —Nunca te he pedido dinero, Alejandro —alzó la voz, sintiéndose ofendida. —Pero a mí no me gusta que la mujer con la que me acuesto parezca una pordiosera y por eso te lo di. —Puedo devolverte hasta el último centavo —sabía bien que había sido mala idea aceptar sus regalos. —Bien, devuélvelo, pero tenemos un trato y no lo puedes romper. —¡Ya han pasado dos años! ¡Creo que he pagado suficiente y si no es así… conseguiré hasta el último centavo! ¡Te lo daré todo! —¿Conseguirlo dónde? ¿En esa cafetería de mala muerte en la que trabajas? ¿O es que piensas ofrecer tus servicios a otros hombres? —sus dedos se incrustaron en su barbilla con mayor fuerza. La estaba insultando. La estaba llamando puta en su propia cara, cuando el único hombre con el que se había acostado había sido él. —Lo único que debe importarte es que te pagaré —alejó su mano, mirándolo de forma desafiante. —Pues lo único que en verdad importa aquí es que tenemos un contrato, Selene. Tres años. Ni un día más ni uno menos —puntualizó con rabia—. Créeme cuando te digo que no quieres conocer lo duro que puedo ser con aquellos que no cumplen su palabra. Así que deja de actuar como la pobre esposa engañada y desvístete de una buena vez, que no vine aquí para hablar contigo. La joven empuñó las manos, sintiéndose impotente, mientras lo veía acercándose con aquel aire triunfante, ignorando sus inconformidades, para tomar de ella lo único que siempre le había interesado: su cuerpo. Porque en este tipo de relación el corazón no tenía importancia, mucho menos los sentimientos.Estamos en la pequeña casa que elegimos para vivir en la zona de New Hinskey, en Oxford. Aurora está por llegar de sus clases, mientras yo estoy sentado en la alfombra con Marco, enseñándole a caminar, pero es inútil.No se le da la gana.-Ma… - balbucea divertido y yo me derrito por él -.Con un año y tres meses está retrasado en lo de caminar, pero en cuanto a lenguaje va bastante bien. Aurora me dice que es normal, es una lección que todos los niños hacen inconscientemente y él decidió que comunicarse era más importante que moverse.Suspiro con frustración cuando vuelve a caer de trasero, pero aplaude y se ríe, lo que me hace olvidar las ganas que tengo de verlo correr por la casa, haciendo todo tipo de desorden.Lo ayudo a ponerse de pie, porque eso es lo que me pide, pero escuchamos la puerta abrirse y ambos nos volteamos emocionados
1 año después…-¡Maldito, te voy a matar! – Alex grita como poseído, mientras Marco lo retiene -.-Mátame, si mi mujer y mi hijo mueren, no tengo nada más en este mundo.Fabián está tirado en el suelo, con la cara desfigurada por los golpes que Alex le dio.Mientras, Aurora y Daniela luchan con lo imposible para salvar a Francesca y a su hijo, luego de que se cayera de las escaleras y de casi una semana sin comer, por haber estado encerrada.Y es que, un hombre dañado como Fabián, no iba a permitir que una chiquilla de dieciocho años le montara cuernos como lo hizo su exesposa, así que la escondió de todos sus amigos, luego de su familia, hasta que ella quiso decir basta y él la encerró.Alex cae al suelo, arrodillado y aferrado a su suegro, rogando que, a su hermanita, su pequeña Francesca no muera, que s
Estamos en casa al fin con nuestro hijo, Alex se quedó con nosotros por dos noches en el hospital, y durante el día siempre había alguien de la familia que lo reemplazaba para que fuera a cambiarse y a comer algo.Hoy esperamos la avalancha Russo-Castelli, donde los principales protagonistas son los flamantes abuelos, que se pelean por sostener a su nieto.-Esposa mía, ya están por llegar nuestros padres, si quieres puedes ir a ponerte cómoda a la sala y yo me encargo de Marco.-¿Sabes, amor? Creo que debieron ser gemelos, para que cada uno tuviera un nieto que sostener – le digo muy seria a Alex -.-No te preocupes por eso, mi vida, ya podremos encargar un par de gemelitos preciosos como su madre.-No me digas eso, porque de verdad que me muero… todavía no sé cómo lo haremos, porque no me convence eso de que dejes la universidad.-Ya veremos, por ahora tenemo
Aunque al inicio el embarazo de Aurora fue complicado, luego comenzamos a ver la magia de la vida.Decidimos que haríamos una fotografía diaria de su embarazo, en el mismo lugar y en la misma posición, para después juntar las y hacer un video de la evolución de su linda pancita.Marco Andrés Castelli Russo creció en el vientre de mi bella esposa sin problemas y hoy estamos todos nerviosos, esperando a que nazca.Por más que Aurora me pidió que le pusiera Alex, como fue la tradición de los hijos mayores por algún tiempo, yo decidí cortar con ella porque mi suegro se merece el honor que su primer nieto lleve su nombre.Quiero que mi hijo sea como él, un hombre íntegro, lleno de amor y rectitud.Estoy en la sala contigua a la de preparo, donde mi mujer ya está lista para dar a luz. Yo me pongo el traje estéril y me lavo las manos, sin dejar
Me despierto primero que mi reina, la mantengo pegada a mi cuerpo, ambos desnudos, mi mano en su vientre tratando de darle calor a mi hijo.Cierro mis ojos para evitar que salgan lágrimas de emoción, no puedo creer que seré padre, cada vez que lo recuerdo termino igual. Agustín se ríe de mí y, para ganar los debates que tenemos acerca de su relación extraña, me dice “felicidades papi” y termino llorando como bebé.Todo lo que puedo hacer es sonreír, no importa lo que se venga por delante, mi deber es apoyar a mi esposa y cuidar de ambos.La última semana ha sido particularmente agotadora para ella, porque las náuseas y vómitos casi no la dejan, incluso ha perdido peso, aunque me dijo que era normal que en el primer trimestre la mujer pierda algo de peso, algo que recuperará en el resto del embarazo.No le creía, así que le pregunt&ea
Estoy sentada en la sala de nuestro departamento, mirando la tele luego de un día bastante intenso en el hospital, este internado me está matando, sin embargo, es un paso menos para alcanzar mi meta.Luego de un rato me recuesto, porque traigo un dolor en la espalda baja horrible, seguro este mes el periodo será fastidioso.Sin darme cuenta, me quedo dormida.Un beso suave y una caricia me despiertan, al abrir mis ojos veo mi par de ojos azules mirándome preocupado.-Mi reina, te ves mal, ¿estuvo muy pesado el día?-Bastante, pero no es eso, creo que este mes el periodo será doloroso.-Entonces vamos a tomar una ducha y luego a la cama, te llevaré la cena.-No, está bien, es algo normal en las mujeres, solo dura un día.Me besa y me toma entre sus brazos, para él verme sufrir de vez en cuando por algo normal, no es normal. Me sienta en la cama y se encarga de preparar el agua, buscar mi ropa y demás cosas. Luego me desviste con
Último capítulo