Capítulo 5: Decepción.

La conferencia continúa por la tarde, pero a Alex no consigo verlo porque ha quedado ubicado justo detrás del podio. Además, esta vez me he sentado más cerca de la puerta, para salir en cuanto esto termine.

El tiempo se me pasa más rápido, lo que agradezco porque solo quiero irme, pero a la vez quiero quedarme. en cuanto lo dan por finalizado, me paro y salgo del auditorio. Recibo un mensaje de él y sonrío, me voy hasta el estacionamiento.

Pero esos ojos azules no se me salen de la mente, me hubiese gustado verlos una vez más

-Aurora… hija… ¡Aurora!

Me sobresalto, mi padre me hace señas con la mano libre, sin dejar de ver hacia adelante. Él ha pasado por mí hoy a la universidad, iremos a pasar tiempo de calidad entre padre e hija a un bowling.

-Hija, ¿estás bien? – me mira confundido cuando nos detenemos frente al establecimiento -. Te noto rara, no sé si estás enferma o ida.

-Ida, papi, se me fue la mente a otro lugar – miro mis manos y me sonrojo de pensar en esas manos fuerte que me rodearon -.

-¿Te pasó algo hoy en la universidad? No me digas que volviste a dejar a tu profesor callado…

-No, recuerda, hoy no teníamos clases. La facultad de economía estuvo a cargo de una conferencia.

-Y dejaste callados a los profesores de la facultad de economía… Aurora, ya hablamos de eso hija.

-No, en realidad pude debatir con uno de los alumnos – me sonrojo otra vez, porque ese chico en verdad es muy inteligente, no solo una cara bonita -. Y… y fue interesante.

-Ya veo – dice distraído -. La conferencia o el chico – lo miro con los ojos abiertos -. Guau, pensé que jamás vería a mi hija interesada en un chico.

-¡No! No es lo que crees…

-Aurora Gabriela, eres mi hija. Te conozco como a la palma de mi mano y esa expresión – me señala completa -, jamás la vi antes. Así que sí, el interesante fue el chico – frunce el ceño como si estuviera molesto -. ¿Era guapo? – dice divertido -.

-Sí, mucho. Y alto, inteligente… y sus brazos, muy fuertes…

-¿Qué? Espera. ¿De qué manera puedes saber que sus brazos son fuertes si estaba exponiendo?

-E-es que me caí, al entrar a la biblioteca, y él me atrapó. Caí sobre él, si no de seguro ahora me dolería todo.

-¿Y te tocó mucho? – pregunta levantando una ceja -. Digo, para saber si debo agradecerle o golpearlo cuando lo vea.

-¡Papá!

-¡¿Qué?! Oye, sé que tienes diecinueve años, eres adulta y eso, pero es la primera vez que levantas la vista de tus libros y te fijas en un chico. Y estoy seguro que él en ti, debo comenzar a entrenar otra vez tres veces por semana.

-¡Papá!... – él se ríe y yo no puedo evitar hacer lo mismo -. ¿tú crees que le intereso?

-¿Era ciego? – niego con la cabeza -. Entonces claro que le interesas, solo un ciego no vería lo hermosa que eres, además de inteligente. Seguro lo dejaste callado.

-Puede ser – sonrío y miro afuera -. ¿Vamos a ir o vas a seguir haciéndote la idea de matar al primer chico que me atrae?

-Claro, vamos, pero te aseguro que mientras jugamos puedo seguir pensando cómo intimidarlo.

-Bueno, es alto… más que tú.

-Pero te apuesto que no sabe golpear como yo – me guiña un ojo y salimos del auto -.

Entramos al recinto, me río de las mujeres descaradas que no pasan de los veinticinco años y le echan el ojo a mi padre sin pena. Él, como siempre, ignora todas esas atenciones, una porque solo tiene ojos para mi madre y la otra, porque si mi madre se enterara que mi padre ha estado coqueteando, es hombre muerto.

Buscamos un lugar, nos instalamos, nos ponemos nuestros zapatos para jugar al boliche y comienza la diversión.

Me río de las caras que mi padre hace antes de cada lanzamiento, como si estuviese buscando microbios en un microscopio. Pero ni siquiera eso le sirve, porque sigo ganando.

-Asúmelo, Marco Russo, tu hija te dará paliza.

-Lo dudo, porque nunca pierdo, jamás te he dejado ganar.

-Pero hoy vas muy abajo, solo mira este tiro.

Me preparo para el tiro, pero cuando voy a lanzar la bola, escucho su voz. Frunzo el ceño, suelto la bola que cae en cualquier parte, no sé dónde, porque me dedico a buscar al dueño de esa voz.

Y lo encuentro.

Abrazado de una chica rubia y voluptuosa.

Por alguna razón siento una decepción tan grande, que quiero llorar. Se me nubla la vista, mi padre se me acerca riendo y burlándose de mí, hasta que ve mi expresión. Ve en la misma dirección que yo y me abraza. Escucho a la señora de al lado escandalizada y decir “sucio” sin cuidado de ser escuchada, sonrío, pero no lo suficiente para quitarme la pena.

-¿Es él?

-Sí, tal parece que tiene novia. Pero era obvio, ¿no? Solo míralo, es… es perfecto.

-Solo es un niño rubio, de ojos azules y alto – me acaricia la espalda, porque estoy teniendo los espasmos previos a llorar -. Mejor nos vamos. Te invito una pizza y una coca-cola, para ahogar las penas.

-Está bien, pero mañana me ayudas a quemar las calorías.

-Tú no necesitas eso, las quemas estudiando y corriendo por el campus todo el día – sonríe, besa mi frente y me estrecha fuerte -. Mi pequeña… tu primera decepción y espero que la última.

Arreglamos nuestras cosas, nos cambiamos los zapatos y salimos de allí, al pasar por delante de la señora curiosa la miro seria y le digo enojada.

-Es mi padre, mal pensada.

Lo tomo de la mano, mientras él se ríe de la cara de la señora, yo doy una última mirada hacia atrás, veo cómo la rubia está sentada sobre él, besándolo de una manera que bien podría ser digna de una película para mayores.

Me limpio las lágrimas que se me escapan sin que pueda hacer nada. Mi padre me lleva a comer pizza, bebemos bebida hasta no poder más y luego nos vamos a casa, donde mi madre mantiene a César con las manos sosteniendo lana cruda, mientras ella hace un ovillo.

Mi padre la besa con amor, ella lo abraza dejando su cabeza en su abdomen un momento, feliz de estar con su hombre. Luego, mi padre deja un beso en la frente de mi hermano y lo libera de la tarea de ovillar. Yo saludo a mi madre, le doy un beso de buenas noches y me voy a mi habitación.

-¿Estás bien, hermana?

César me saca de mis pensamientos, donde Alex se me viene a la mente una y otra vez, con la rubia entre sus brazos.

-Sí, solo una decepción.

-¿Decepción? Pero si nunca te ha pasado eso.

-Bueno, siempre hay una primera vez, pero prefiero no hablar, enano – lo abrazo, quedando mi cabeza en su pecho porque es más alto que yo, incluso que papá -. Vete a dormir, te amo.

-Y yo a ti, hermanita, descansa.

Cierro la puerta de mi habitación, me tiro a la cama y no puedo contener más mi llanto, que sale a raudales.

-Eres una tonta, Aurora. Apenas lo conoces y estás llorando por él.

Suspiro con frustración, me levanto y busco mi pijama, me lo coloco de mala gana, me lavo los dientes y, por esta noche, paso de estudiar.

Me acuesto, tapándome hasta el cuello, buscando una posición cómoda para dormirme pronto. Al silencio de mi habitación llegan las risas de mis padres.

“-Marco, no… pueden bajar los niños, ¡ah!

-No deberían bajar si no quieren ver una película subida de tono en vivo y en directo.

-Marco, cálmate…

-No, me lo debes de esta mañana, me atacaste en la oficina, mi pequeño ángel, me lo debes.”

Me cubro los oídos con las almohadas, no me da ni asco ni mucho menos me espanto de saber lo que hacen mis papás, eso solo me dice lo mucho que se aman y lo que disfrutan estar juntos.

Quiero eso en mi vida, no importa lo que me lleve encontrarlo, pero no espero menos que eso para mí.

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