Narrado por Mia Blackwood
El día fue, sin lugar a dudas, un descenso directo al noveno círculo del infierno. Si ayer estaba irritada, hoy me sentía como una granada a la que alguien le había quitado la anilla y estaba a punto de estallar en manos de cualquiera que se atreviera a tocarme. La universidad se había convertido en un teatro del absurdo donde yo era la protagonista de una obra que odiaba.
Julian estaba en su punto máximo de insoportabilidad. Se paseaba por el campus tomándome de la mano como si fuera un trofeo ganado en una feria de pueblo. Cada vez que intentaba soltarme, él apretaba más, sonriendo a las cámaras de los teléfonos de otros estudiantes.
—Mia, amor, sonríe —me susurró al oído mientras estábamos en la cafetería—. Mañana saldremos en todas las revistas de sociedad. Eres la envidia de la ciudad.
—Me duele la cara de tanto sonreír, Julian —respondí entre dientes, apartando mi bandeja de comida intacta. No podía pasar ni un bocado. Sentía el estómago cerrado, un nud