Alina De Volkov
Eran casi las cinco de la mañana cuando escuché la puerta principal abrirse. No necesitaba mirar el reloj. Mi cuerpo ya sabía que había pasado toda la noche sin dormir, caminando de un lado a otro de la habitación, sintiendo que el corazón se me saldría del pecho.
Sergei me había dicho unas horas atrás que Viktor estaba "resolviendo algo importante". No necesitaba muchas palabras para entender que esa "resolución" tenía que ver con Evelyn. Con su odio. Con su venganza.
Corrí escaleras abajo, y allí estaba. Viktor, de pie en medio del recibidor, bañado en sangre. Su camisa blanca manchada, los pantalones llenos de polvo y su rostro más tenso que nunca. Por un segundo, el miedo me paralizó. Mi respiración se atascó en la garganta mientras mis ojos recorrían su cuerpo buscando una herida abierta, pero no identifique nada por toda esa sangre.
—¡Viktor! —grité, y corrí hasta él.
Él levantó la mirada justo antes de que me lanzara a sus brazos. Su cuerpo estaba frío, tenso, p