~Dominic~
Una hora, una maldita hora habíamos estado aquí y él no quería hablar, pero yo comenzaba a verlo en sus ojos, su alma quebrándose, el dolor estremeciendo su ser sin piedad.
Estaba por hablar y eso era todo lo que necesitaba.
—Otra vez —dije sin levantar la voz, con los brazos cruzados al pecho, escuchando sus gritos de dolor una vez más.
—Por favor… se lo diré, se lo diré…
Levanté la mano, deteniendo la tortura. Su pecho aún burbujea por la plata en polvo que trataron de meter a la fuerza bajo su piel mediante las heridas.
Esa era la peor tortura de todas; yo mismo la viví en carne propia, como te cortan la carne para abrirla, como la separan del músculo con los dedos antes de rellenarte con esa mierdâ.
Claro que lo sabía demasiado bien.
—El Rey… él… quería saber si su Reina… estaba aquí…— respira agitado, demasiado débil, sus ojos a nada de cerrarse, pero aguantará.
—¿Dime todo lo que sepas?
—Él… planea algo… grande… un ejército para… vencerlo y quitar… su estorbo