~Sophia~
Nada había sido igual desde que fui atrapada aquella noche donde me quedé para defender a mi hermana.
Fui golpeada, drogada, encerrada en una jaula sin agua y sin comida por días.
Hasta que él entró, el Alfa, aquel que se supone debía protegernos de todo, el mismo que me mandó a ese infierno.
Su Luna era la más cruel, Margaret le gustaba jugar con tu mente de formas dolorosas hasta ver qué te rompías y sí no lo hacías, ella utilizaba sus garras.
Así pasó mi vida por tres años.
Siento torturada, violada, utilizada para el poder que yo no tenía, pero mi hermana sí.
Soportaba todo lo que me hacían en esa jaula por protegerla a ella, era la única forma de no quebrarme ante cada minuto de cruel agonía.
Lloraba cada vez que venía la curandera a revisarme para saber si había quedado en cinta y agradecía a la Diosa cuando me decían que no, pero cuando decían que sí, el mundo se me venía abajo.
¿Cómo podría proteger a una criatura en medio de tanto?
La respuesta er