~Narrador~
El viento soplaba con fuerza, moviendo los picos de los árboles oscuros cerca de la zona prohibida del Reino.
Los lobos se mueven con cautela, deslizándose entre la espesa noche hacia un territorio vigilado por su peor enemigo.
Dominic se mantiene al filo del bosque, con los ojos cerrados, escuchando los murmullos que trae la brisa, sintiendo a cada hombre en el bosque, a cada lobo que patrulla, todos aquellos que están alerta.
Pero también algo más: pisadas sutiles vibrando en la tierra, alertándolo de aquellos que no son bienvenidos.
Lo sabía; estaba seguro de que este era el plan de Damien, y ahora le dejaría en claro que con él no va a ser tan fácil de lidiar como lo hicieron sus padres con su tío.
Sus huesos crujieron, su pelaje opaco se fundió con la noche y aquellos ojos dorados brillaron con una advertencia mortal que podía hacerte erizar.
Podía sentir cada movimiento del enemigo, sus respiraciones, incluso los latidos de su corazón.
Esto era algo que podía