~Alana~

A medida que me adentraba en los pasillos del palacio, sentía cómo estos comenzaban a cerrarse.

Damien iba al frente, con una postura serena y una sonrisa que decía más de lo que podía.

Muchas veces me miraba fijamente; otras veces, veía la marca en mi cuello con un brillo peligroso en sus ojos.

De reojo, observaba a los guardias parados a cierta distancia en el pasillo.

Ya los conocía; muchos de ellos entrenaron con Sophia, pero justo ahora todos me daban esa sensación de ser una prisionera.

—Por favor, siéntate, desayunemos algo…

—No es necesario, Rey Damien. Vine aquí por su solicitud. Tengo entendido que tiene que ver con lo que pasó hace días. Si no le molesta, me gustaría que fuéramos directos al punto.

Crucé mis manos a la espalda tratando de calmarme, buscando la forma de que mi corazón no me traicionara.

Estoy segura de que cualquier cambio, por mínimo que sea, él va a saberlo. Es el Rey ahora; hay muchas ventajas que vienen con el título.

—Comamos algo y ha