—Perla es una porquería, ¿cómo alguien tan mala y manipuladora puede llamarse artista? No entiendo por qué a tanta gente le gustan sus cuadros.
—Pobre Teresa... perdió a su bebé y ahora también a su novio.
—Y encima sigue aquí en Puerto Mar, en sus exposiciones. ¿Por qué sigue ganando dinero acá? ¡Que se largue ya!
—¡Sacó barata la del auto! ¡Debería haberse muerto ahí mismo!
—¡Fuera de Puerto Mar! ¡Aquí no la queremos!
En el Barrio Las Palmas, Orión y Andi estaban sentados en el sillón, viendo el celular. Justo se toparon con esa publicación.
—¡Estoy que reviento! ¿Cómo se atreven a decir eso de mami? ¡Ella jamás haría algo así! —Andi apretaba las manos, con la carita encendida de la rabia.
Orión, más callado, no solo había visto el video de hace cinco años… también había notado algo que le dio vueltas en la cabeza: el presidente de Runpex era César.
¿Mami ya lo conocía desde entonces? ¿O incluso de antes?
—¡Hermano, vamos a responderles! —dijo Andi, con el cuello tieso, ansioso. Escr