—Está bien —aceptó Álvaro.
—Es una buena chance para practicar.
—¿Y yo? —preguntó Andi, con cara de “¿y a mí qué me toca?”, viendo que todos tenían algo que hacer menos él.
—Tú… mejor sigue estudiando. Cuando entiendas más de esto, también vas a poder ayudar —le dijo Álvaro.
Andi bajó la cabeza, apagado. Por primera vez se sintió como si sobrara, como si no sirviera para nada.
—Entonces me voy al hospital con mami. Si no puedo hacer otra cosa, al menos quiero estar con ella. A lo mejor así se recupera más rápido.
—¡Ni se te ocurra salir! —lo cortó Álvaro en seco.
—Eso afuera debe estar lleno de reporteros. Si te agarran en una foto ahora, van a hablar peor de tu mamá. La van a destrozar.
—Ah… —dijo Andi bajito, tragándose la rabia.
Se sintió todavía más insignificante. Solo era un niño que no sabía hacer nada, uno que estorbaba…
Orión notó cómo se le venía abajo el ánimo a su hermano, lo miró y le dijo:
—Necesito ayuda para filtrar los comentarios de odio contra mami, los que quieren m