Lorena no dijo nada, pero asintió ligeramente, algo a regañadientes.
Apenas Adrián notó su gesto, le puso la mano en el cabello y la despeinó por completo.
—¡Adrián! —dijo Lorena, enojada.
—¡Buenas noches, doña Lore!
Tras despedirse, Adrián salió corriendo, dejando a Lorena parada en la puerta.
A la tarde siguiente
Adrián llevó a Lorena hasta el edificio del gobierno de Ciudad del Norte.
—Espera en el carro. No tardaré mucho —le indicó Lorena antes de bajarse.
Adrián asintió obedientemente.
Afortunadamente, la reunión con el representante gubernamental fue muy fluida, y los bocetos fueron aprobados.
Al salir del edificio donde tuvo la reunión, Lorena vio a César.
Él caminaba en el centro de un grupo, rodeado por funcionarios del gobierno que lo recibían con entusiasmo.
Lorena rápidamente fue por un pasillo para evitarlo. Solo cuando lo vio pasar, salió del edificio.
—¿Qué hace César aquí en Chatelet? —se preguntaba.
—¿Vendría por algo relacionado con la construcción de la nueva zona?
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