—¿Entonces, por qué no me lo dijiste cuando lo viste? —¿Tuviste que esperar a que yo viniera a preguntarte? ¿Qué fue lo que me habías prometido? ¡Que cualquier noticia me la ibas a contar sin rechistar! ¿Por qué te quedaste en silencio?
—Estaba listo para decírtelo, pero Rowan falleció esta tarde y estuve tan ocupado que se me olvidó —Ricardo se disculpó sinceramente, pidiendo perdón. —¿Tienes tiempo mañana? Te invito a comer para compensarlo.
Marina hizo una mueca. Después de soltar todo su enojo, ya no estaba tan molesta. La única razón por la que se enojó fue porque Ricardo no le había contado nada, dejándola completamente fuera de todo.
—Vale, vale, te perdono. Pero no le digas a Andi, no quiero que venga con nosotros mañana a la cita —dijo, sin muchas ganas, pero aceptando.
Todavía no se había casado, ¿y ya tenía un niño haciendo de obstáculo en su vida?
—Entendido —respondió Ricardo.
Perla estaba recostada en la bañera, con la espuma cubriéndola.
Lo que había pasado esa tarde est