—Abuelo, abuela—El sonriente Andi saludó de manera muy educada.
—¡Ay, este niño está tan guapo! — Elettra sonrió, mostrando sus arrugas y exclamó:
—¿Te llamas Andi, cierto? ¡Ven acá, abuela te va a dar un buen abrazo!
Elettra, emocionada, ignoró que Andi no era su nieto de sangre.
Este niño se parece tanto a Ricardo de pequeño. ¿Ya está actuando como abuela?
¡Este maldito muchacho! Si no hubiera ocultado a su hijo y su nuera, ¿no habría sido ella la abuela mucho antes?
—¡Ay, no puedo cargar al niño, mi espalda no me lo permite! ¡Déjamelo a mí! —Damien, el papá de Ricardo, también se acercó y le quitó a Andi de los brazos de Elettra.
Elettra lo miró, molesta.
¡Tú estás mal de salud! ¡Solo sabes competir con ella por el nieto mayor!
Los cuatro se reunieron y pasaron un buen rato. Andi, extrovertido y alegre, podía hablar con cualquiera, desde los adultos hasta los bebés que aún no sabían hablar.
Con su facilidad para hablar, hizo que Damien y Elettra se sintieran muy co