César estaba a punto de colgar la llamada, pero al ver la expresión confundida de Lorena, el sonido del teléfono que seguía sonando lo hizo volver a la realidad.
Contestó.
—¿Cómo…? —empezó a hablar, pero fue interrumpido por una voz de mujer llena de ira.
Era la madre de Teresa.
—César, ¿estás loco? Mi hija se fue contigo a Valle Motoso de vacaciones y desapareció durante tres años. Ahora, por fin la encontramos, y tú lo que haces dejarla embarazada y luego abandonarla. ¿No te da vergüenza ser tan desalmado?
—Ahora acaba de perder el bebé, su salud es terrible, y tú ni siquiera la amas. Ella te salvó la vida, ¿y así la tratas? Caminando con esa bruja que no sabes de dónde salió, llevándola de vacaciones mientras le das la espalda a tu verdadera mujer. ¿Eso es lo que eres ahora? ¡Un sinvergüenza!
La voz de la madre de Teresa seguía gritando furiosa desde el teléfono, y Lorena pudo escucharla claramente.
César se molestó al instante.
Un presidente de una empresa multinacional nunca habí