Para mostrar respeto, pero sin embadurnarse mucha cosa en la cara, Lorena buscó una tienda de maquillaje en un centro comercial y se hizo un maquillaje ligero. Por la mañana, cuando salió de casa, no tuvo tiempo de maquillarse, y además, recién había tomado una ducha, por lo que ni siquiera llevaba base en la cara.
En el centro comercial, compró algo de comida como regalo para llevar al encuentro con William, recordando que la última vez él había dicho que le gustaron unos pasteles que había probado.
Llamó un auto desde el centro comercial y fue a la ubicación que William le había enviado.
El destino era una calle en el barrio Las Palmas, rodeada de un conjunto de villas con estilo francés. La arquitectura era muy romántica, y a juzgar por el entorno, parecía que el señor William vivía allí.
Lorena avanzó para tocar el timbre, y para su sorpresa, quien abrió la puerta fue el señor William. Al entrar, se dio cuenta de que, al parecer, William solo la había invitado a ella.
Ella pensaba