Alba
La mañana filtra a través de las persianas, trazando rayos dorados sobre el suelo de la cocina. Permanezco en silencio, apoyada en el umbral de la puerta, observando a Sandro preparar el café como si nada de lo que sucedió anoche hubiera existido. Sin embargo, todo está ahí, en el aire cargado, en el sabor ardiente todavía en mis labios, en el escalofrío persistente a lo largo de mi columna vertebral.
Me tiende una taza, nuestros dedos se rozan, y siento ese escalofrío familiar: la tensión, la posesión, la promesa de lo que él es para mí. Tomo un sorbo, dejando que el líquido caliente calme mi cuerpo aún agitado.
— Alba, dice suavemente, dejando su taza, pero su mirada no se aparta de mí. Ven conmigo, a mi oficina.
Siento una mezcla de emoción y nerviosismo. Su oficina… es el corazón de su mundo, donde todas las decisiones, todas las estrategias, todas las alianzas y traiciones cobran vida. Y hoy, entro en ella con él.
Lo sigo, mis pasos resonando sobre el parquet pulido. Cada de