Atormentado.
Arthur Orlov.
Paso en medio de dos de mis hombres que resguardan el lado dentro de la puerta de mi mansión.
—Si la señorita Norwood viene, no la dejen pasar.
Y sé que mi voz ha resonado en cada rincón. Sé que los toma desprevenidos. Pero estando en mi zona segura, es como si la presión en todo mi cuerpo me forzara mucho más.
Con pasos decididos y rápidos voy a mi habitación. La oscuridad y el frío me reciben, pero hay algo no se siente bien.
Con la respiración agitada, tomo asiento en la cama. Las manos van a mis rodillas, las aprieto, intentando controlar mi respiración pero solo aquí me doy cuenta de que sus jugos siguen en el cuero negro, que su olor está conmigo. Y las cosquillas me atraviesan las bolas y el cuello.
Mi polla está tan enfurecida, que sé que no podré ignorarla. Tengo que deshacerme de los botones, bajarme el bóxer. Mi polla salta, con las venas tensas, presemen en la punta, la presión en mis bolas es asfixiante. El solo contacto con mis guantes de cuero con sus jugo