Aferrada al orgullo.
Gia.
En los siguientes tres días mi angustia no se desvanece. La primera noche tras lo ocurrido, aunque parezca horrible de mi parte, me afectó mucho más que la muerte de Lev. Cada vez que lograba alcanzar mi sueño solo era para que apareciera su mirada severa, sus palabras frías y su tacto tan ausente y tan caliente a la vez, despertándome completamente mojada, susurrando su nombre.
Ahora casi amanece. Estoy preparándome para dejar esto a un lado. No puedo seguir viendo desde la oscuridad hacia su mansión. Cada que lo veo llegar en su SUV noto que ni siquiera echa un vistazo hacia esta mansión. Y eso, me rompe.
Me ha desechado sin darme una nueva oportunidad. Me ha tratado como si fuera una experta en su mundo y no lo soy, así que me aferro a esa molestia, a mi orgullo, para evitar que mis pies se arrastren fuera, hasta tocar su puerta.
Tengo dignidad. No puedo soltarla. No voy a rogarle. Nunca le he rogado a nadie por nada. No tengo por qué hacerlo ahora.
Me doy una ducha profunda,