La situación con Maximiliano y Sofía me tenía enferma. Salí del edificio con ganas de despejarme, de comer algo rico sin pensar en sus rollos. La culpa por haberme metido en ese juego tonto con Maxi seguía ahí, como una sombra, pero necesitaba un break.
Iba medio en la luna, viendo los escaparates, cuando vi a una señora mayor tropezar justo delante de mí. ¡Pum! Bolso al suelo y un montón de cosas rodando por la acera. Me lancé a ayudarla al toque.-¡Ay, señora! ¿Todo bien? ¿Se dio un golpe? - le pregunté, recogiendo un pañuelo de seda súper elegante que se le había caído.La señora era una ricachona, se notaba por la ropa y las joyas, pero tenía una cara súper dulce. Me sonrió como si le hubiera hecho un favor enorme.-Ay, hijita, qué despistada soy. Mil gracias por la ayuda- dijo rápidamente.Entre las dos juntamos sus cosas: las gafas, un monedero de cuero carísimo, hasta un estuche de maquillaje.-No es nada, señora - le dije