El Regalo
A medida que la noche caía, el bullicio de París no alcanzaba la calma que ambos necesitaban, así que Alexander la condujo hasta Le Jules Verne, un elegante restaurante con vistas espectaculares desde la Torre Eiffel. Este no era solo un lugar de lujo, sino un sitio con significado para ellos. La atmósfera era tranquila, iluminada por la suave luz de las velas que adornaban las mesas y el aire fresco de París envolvía la noche. El lugar reflejaba la sofisticación y la intensidad de la relación de la pareja.
Helena, aún sintiendo las huellas del día, pero ahora segura y feliz, se sintió envolverse en la magia del lugar. Se sentó frente a Alexander, la torre de acero iluminada a lo lejos, creando una atmósfera casi irreal.
El camarero les ofreció el menú y mientras degustaban cada platillo con un deleite compartido, se miraban de reojo, como si el mundo fuera solo un segundo plano. La mirada de Alexander, siempre tan atenta y calculadora