Reconociendo Mis Errores
Alexander caminó por el corredor del hospital a la habitación de Helena con pasos pesados, el peso de lo que debía enfrentar aumentaba con cada paso. A pesar de la determinación en su mirada, una sensación de incomodidad lo acompañaba. Cuando llegó a la puerta de la habitación de Helena, esta estaba cerrada y dentro, la penumbra reinaba.
Dentro, Helena estaba sentada al borde de la cama, con las manos entrelazadas, como si buscara algo en qué aferrarse. Sus ojos, que hasta hacía poco reflejaban confianza y ternura, ahora mostraban desconfianza y dolor. La tensión en el aire era palpable y el estómago de Alexander se apretó.
- Helena… - dijo con voz baja, acercándose lentamente. Sus palabras salieron como si un peso invisible lo presionara.
La mujer no levantó la vista. Sabía que había estad