La noche se extendía como un manto oscuro sobre la mansión mientras Elena permanecía sentada en el suelo de la biblioteca, rodeada de los diarios de Anna. Las páginas amarillentas parecían susurrarle secretos que aún no lograba comprender del todo. Había pasado horas leyendo, buscando algo, cualquier cosa que pudiera ayudarla a entender mejor a Adrián y el legado familiar que lo había moldeado.
Sus ojos ardían por el cansancio, pero algo la mantenía alerta. Una palabra que se repetía en varios pasajes del diario, siempre en contextos extraños, como si Anna hubiera querido dejar una pista.
"*Crisálida*", murmuró Elena, pasando sus dedos por la palabra escrita con una caligrafía más presionada que el resto del texto. "¿Por qué sigues apareciendo?"
La palabra surgía en momentos aparentemente inconexos: después de discusiones con Alexander, tras visitas a cierta habitación de la casa, o precediendo entradas particularmente crípticas. Elena había notado el patrón después de la tercera apar