El silencio de la habitación fue roto por el choque de sus labios, un beso cargado de hambre que no dejaba espacio para dudas ni para palabras.
Darian no esperó a que Elena reaccionara; en un arrebato, la alzó en brazos sin romper el contacto, abriendo la puerta con un empujón que resonó en las paredes y llevándola directo hacia la cama.
Sus cuerpos chocaron contra las sábanas y, en ese instante, la voz gutural de él escapó en un susurro grave y posesivo que vibró en el aire.
—Mía…
El murmullo, profundo y cargado de un instinto primitivo, se mezcló con el jadeo entrecortado de ella, que sin poder contenerlo respondió desde lo más hondo de su pecho.
—Mío…
La sonrisa ladeada de Darian destilaba una lujuria peligrosa. Sin perder tiempo, de un solo tirón desgarró lo que quedaba de la ropa de Elena, dejándola completamente desnuda frente a él.
Sus ojos recorrieron cada línea de su piel como si la devorara sin necesidad de tocarla, pero sus manos fueron igual de rápidas, explorando cada rinc