Elise
Época actual
El viaje sin escalas de más de trece horas tuvo serias repercusiones en mi trasero y mis brazos. Además, tuve que lidiar con llantos, que calmé con algunas canciones. Para los dos era algo sumamente nuevo estar rodeados de tantas personas, y al menos para mí, resultaba perturbador. Había ruidos por doquier: el rumor de las personas hablando, ronquidos, tos y otros sonidos que hacían que deseara gritarles que se callaran.
Tal vez en el pasado tampoco me gustaban mucho las personas, pero al menos podía pensar en algo para que todo eso se convirtiera en ruido de fondo. Ahora era imposible, mi cerebro ya no tenía esa capacidad después de todos estos años en encierro, acostumbrada solamente a los sonidos típicos del departamento: los pasos de Andrei, las risas, los aplausos, la televisión con los dibujos animados y poco más.
Respiré profundo cuando el avión tocó tierra. La mayoría de las personas que bajaban eran occidentales, lo que me alivió, ya que no sería la única pe