Andrei
Años antes
Mis cumpleaños siempre habían sido algo que disfrutaba de cierto modo. La gente se mostraba más complaciente de lo habitual y estaba dispuesta a cumplir cualquier estupidez que les pidiera. Sin embargo, esa noche, mi mente estaba a kilómetros del hotel. Lo único que deseaba era estar entre las piernas de la madre de mi hijo, que pronto sería mi esposa, aunque ni el mundo ni ella lo supieran.
En un inicio, mi plan era casarme con Sonia, que ella fuera mi mujer ante la sociedad entera y legalmente. Sin embargo, la noticia de mi hijo lo cambió todo. Mis deseos y mi locura habían tocado fondo, y no había un solo día en que no quisiera estar atrapado entre sus pálidos brazos y hundido en sus pechos.
—¿En qué estás pensando, Andrei? —me preguntó Sonia durante el camino—. Estás muy callado.
—En nada, cariño, hoy no estoy de mucho humor para las fiestas.
—Entiendo que te resulten algo pesadas si has trabajado mucho, pero antes las disfrutabas más.
—Supongo que es la presión d