Cuando Verónica sostuvo a su hijo en brazos, comenzó a percibir el mundo de una forma completamente distinta… Fue como si todo a su alrededor se hubiera detenido. ¡Como si sus sentidos se hubiesen magnificado! Podía escuchar con mayor agudeza, podía sensibilizarse mejor al tacto. El solo hecho de apretar aquella manita entre sus dedos se sentía como algo demasiado especial.
Su hijo.
Su…
De repente, fue consciente de la presencia del hombre a su lado. En ningún momento se había alejado, pero… darse cuenta de que seguía allí, darse de cuenta de la razón por la que estaba allí, la hizo regresar a aquella decisión que había tomado movida por sus miedos.
Ahora, con el bebé en brazos, ahora contemplando su carita, sus cachetes sonrosados y esa mirada que le recordaba tanto a la suya, no sabía si podría entregarlo.
Su corazón le gritaba un fuerte no.
Pero su mente le decía que era necesario.
Comenzó a temblar, mientras las lágrimas se escapaban de sus ojos sin siquiera pedir permiso.
—¿Estás