Valeria lo introdujo en su boca lentamente. Los ojos de su marido se oscurecieron aún más, el negro de sus pupilas opacaba casi por completo el gris de su mirada. Supo que lo estaba disfrutando y continuó… continuó por largo rato. Repitiendo la acción. Sintiendo por momentos que se ahogaba. Degustando de su sabor.
Enzo la separó con un movimiento brusco cuando sintió que estaba a punto de llegar. No quería derramarse aún. Deseaba hacerlo en el interior de su esposa. Solo en ese lugar.
Se entregaron de esa forma, disfrutando de la pasión que nunca había faltado entre ellos. Porque sí, las cosas habían iniciado en una cama, pero no terminarían en una porque eran más que eso. Eran más que jadeos y descontrol.
Eran amor.
Y ahora tenían una familia.
La mujer se aferró a los hombros de su marido, mientras sentía las arremetidas que le daba. El sonido charcoso de sus intimidades uniéndose. Todo era una mezcla de morbo.
Entrando y saliendo.
Duro.
Profundo.
Valeria no supo con exactitud cuánta