—¡¿Pero qué demonios es esto?!
El contacto visual entre Valeria y Enzo se cortó gracias al chillido histérico de Olivia.
—La junta terminó, señores. Pueden retirarse —instruyó Enzo al resto, comprendiendo que su madre iniciaría con los reclamos incesantes.
El resto de accionistas se fue levantando de sus respectivos asientos, uno a uno, caminando hasta la puerta a pesar de que tenían un mar de preguntas atascadas en la punta de la lengua, pero nadie se atrevía a decir absolutamente nada.
Valeria recibió un par de felicitaciones de los que pasaban por su lado. Ella se había quedado paralizada, detenida en el tiempo, como si su cuerpo no entendiera las señales que la invitaban a irse en compañía de Rodrigo, pero es que no, no podía marcharse sin hacer primero un par de preguntas.
Porque por primera vez estaba de acuerdo con Olivia en algo:
¿Qué demonios había sido eso?
—¡¿Tan mal estás que eres capaz de regalarle la empresa?! —siguió diciendo la mujer mayor, visiblemente alterada