Edmond se había quedado anonadado ante la avasalladora belleza de Juliette, era como ver un sueño en la vida real.
— Hola Edmond, es un alivio que estés aquí, comenzaba a ponerme muy nerviosa — dijo la bella rubia mostrando abiertamente sus nervios.
Una sonrisa de tranquilidad se dibujo en los labios del apuesto francés, aun y a pesar de lucir tan hermosa y solemne aquel hermoso petirrojo seguía siendo Juliette Lambert, su única e inigualable intención a la que adoraba como a nadie.
— ¿Me permite mademoiselle, ser su acompañante durante esta mágica velada? — dijo Edmond ofreciendo su brazo a la ya sonrojada Juliette.
— No le daría el honor a otro — respondió la rubia entre suaves risitas.
Edmond lucia como un verdadero príncipe en ese traje esmoquin en color negro, el corbatín del mismo color lo hacían lucir aún más elegante, sus cabellos castaños como los nogales los llevaba peinados hacia atrás resaltando así aún más las hermosas facciones de su rostro, sus ojos castaños y su piel d