Objetivo. Pensé, sin parar. Un sinfín de sensaciones que se multiplicaban por mi cuerpo.
Jamás, en toda mi vida, creí que mi vida estaría tan colmada de placer.
Sophie colocó unas hojuelas especiales en cada una de las máscaras. Me acerqué para ver de qué se trataba. Yo ya había sido prácticamente envenenada con esta cosa que Sam se atrevió a usar. Debía cerciorarme de que no me daría otra cosa extraña que podría matarme.
—¿Qué es eso? —pregunté, al tiempo en que acariciaba lentamente su cabello.
Ella arrugó la nariz en una mueca divertida, relajada. Luego, soltó una risita.
—Son para los ojos, para colocar en el centro del antifaz. Es un velo oscuro para que la diversión será mayor. Esta noche se romperán todas las reglas. —guiñó un ojo y apretó los labios, con suspicacia.
—Debo saber… ¿Daemon no se dará cuenta si yo pierdo…? Ya sabes. —me encogí de hombros, tratando de disimular un poco mi virginidad entre toda esa gente allí.
La verdad, me preocupaba demasiado que el regresara y me