Capítulo 54- El lugar donde debo estar Parte 2

— ¡Cady Cad! ¡Bury es un idiota! —Sarah llora como María Magdalena enjugándose las lágrimas y limpiándose los mocos con el rímel corrido en el dorso de su mano— Antes me gustaba su apellido y deseaba que me la enterrara no que me sepultara como si nunca fuimos nada.

—No me dijiste por qué terminaron.

— ¿No estuviste ahí cuando eso sucedió?—Dice sonandose la nariz con el pañuelo que le di.

—No lo recuerdo.

—Cady, fue después de que nos fuimos a vivir juntas. Habíamos decidido regresar y estuvo tranquilo un tiempo pero un día comenzó a molestarse, decía que te doy más atención a ti que a él. Después de eso estuvimos peleando casi todos los días, le dije que si quería pelear lo hiciera afuera porque no quería involucrarte en nuestros problemas, hasta que en el aniversario pasado de nuestro noviazgo finalmente me hizo cabrear.

Eso es mentira, Sarah era monopolizada por Bury todo el tiempo. Tanto que me sentía la tercera rueda y era muy incómodo verlos acaramelados, saltando como conejos en celo todo el tiempo en el sofá.

—Me dijo que decidiera entre él y tú… por supuesto te elegí a ti. Que se joda, no voy a dejar a mi mejor amiga por un palo de carne.

—Pero si lo querías mucho…

— ¡Bah! ¡Era solo bueno en la cama, no tenía nada mejor de todos modos!

No recuerdo que las cosas fueran así, de hecho como pareja eran muy sólidos y los dos se apoyaron mutuamente siempre.

Incluso sus citas que eran casi siempre en el departamento…

— ¡Pues que se pudra! ¡Cady Cad, vamos a cazar unos hombres también!

— ¿Eh? No creo que sea buena idea…

— ¡Por supuesto! Ya dejaste atrás tu relación tóxica con tu editor y yo ya debo pasar página con ese consolador humano igualmente tóxico— Sus ojos rojos de tanto llorar pasan a ser los de una mujer cuyo fuego interior desea venganza— Hay mejores palos de carne en cualquier carnicería, solo hay que estar en el lugar adecuado para hacerse de uno ¡Y yo sé el mejor lugar donde se puede conseguir buena carne!

No me gusta cómo suena eso…

***

Sarah me hizo lucir un vestido negro escotado que cierra como corsé por el lado de la espalda, es demasiado corto para mi gusto pues apenas me cubre bien el muslo, siento como si fuera un dejavu porque creo haber visto este vestido antes.

Ella me maquillaba y me arreglaba con tanto esmero que le pregunté extrañada si no debería preocuparse más por verse guapa ella misma. Después de todo, la interesada en cazar “palos de carne” es ella no yo.

“¡Cady Cad! ¡Uno de mis mayores deseos en la vida es ver a mi mejor amiga feliz, has dado todo tu tiempo y esfuerzo en cualquiera menos en ti misma!”

Remató aquello en que debería pasar página y divertirme, quizá encuentre a mi pareja destinada o algo así, Sarah es una loca por las novelas románticas así que cree en esas cosas.

Sin embargo, aunque me trajo con ella de cacería, apenas llegamos vio a Josh Bury acompañado por otra mujer y besuqueandose con ella, se la ha pasado "escondiéndose" de él dejándome sola en la barra.

Claro, eso si "esconderse" cuenta con observarlo de lejos jugar al gato y al ratón esperando que la note aunque diga que ya no le interesa.

Quería contarle a Sarah sobre el señor Collins, ella con lo intuitiva que es me sabrá decir si es un hombre que debería aceptar como desea mi abuela. Pero no puedo contarle ni media palabra, bastó con ver a Josh Bury reemplazandola con otra mujer para que la personalidad intrépida de Sarah cayera por los suelos.

Ese hombre con el que voy a salir el sábado, no sé por qué sentí como si mis entrañas quisieran vomitar. En especial cuando estuve a solas en su automóvil. No me hizo absolutamente nada malo, fue comprensivo y muy amable, tampoco se pasó hablando todo el camino. Mucho menos hizo algo inapropiado, entonces ¿Por qué me sofoca al pecho y siento escalofríos?

En el hospital mi abuela me preguntó sobre el futuro y me habló de sus inquietudes.

“Cadenza, yo solo vivo para ver a mi nieta hacer su vida, si un día muero deseo que sea después de verte casada y conociendo a mi primer bisnieto”

Incluso en mi sueño ese deseo siempre ha sido el mismo.

Ella está saludable ahora, debería sentirme aliviada. Pero estoy segura que, al igual que yo, oculta cuando se siente mal hasta que los síntomas son demasiado graves. Desde que murió mi madre es como si ella deseara seguirla al más allá, aunque yo sé que ha soportado lo más que puede hasta que me vea establecerme de alguna manera así sabrá que puede dejarme en buenas manos.

—Señorita, no puede estar pegada a la barra si no va a tomar nada.

—Ah… entonces quiero…—Veo los nombres de las bebidas alcohólicas y me ruborizo entera.

“Garganta profunda, sexo en la playa, medias de seda, el largo y el corto, 69, chivito al precipicio…”

Todo suena sexual.

Al menos el sexo en la playa tiene sabores que parecen normales.

Es frutal y tal vez puedo pedir que no tenga alcohol.

—Aquí solo servimos alcohol, no hacemos jugos ni licuados para niñas—Contesta de inmediato el Barista en cuanto le pregunto si puede hacerlo igual sin alcohol.

Vaya, no tenía que ser tan descortés.

¡BAM!

Una mano deja un billete de cifra alta frente al barista.

Su presencia es imponente al mismo tiempo me hace sentir protegida, no necesito verle a la cara para saber quién es.

—Haga lo que le pidió la señorita. Pagaré cuatro veces su valor.

—No es necesario. Puede cancelarlo.

Sin pedir permiso se sienta a un lado mío y pide además un whiskey en las rocas.

—Ya lo pagué así que te lo tomas.

— ¿Y desde cuando un extraño tiene control de lo que tomo o no?—Digo con una expresión seria cruzada de brazos.

—Desde que este extraño te hizo la propuesta más grande de su vida.

—Todavía sigue con eso este imbécil…—Murmullo con un gruñido y me percato tarde de que lo he dicho en voz alta.

—He de decir que mi escritora está más asertiva que antes, eso me agrada en una mujer.

¿Por qué no me deja en paz?

—Su sexo en la playa sin alcohol, pequeña niña.

—No lo quiero.

—Si quieres dejarlo y desperdiciar cuatro veces su valor, adelante.

Resignada lo tomo y abro los ojos en cuanto el líquido toca el interior de mi boca. Para mi sorpresa está delicioso.

— ¿Te gusta? Te pediré otro--- Levanta la mano y se lo impido tomándole el brazo, regresando este a la barra.

— ¡Eso no es necesario! Con… uno… me basta.

Tomo un sorbo más. Al menos no tiene alcohol así que no me hará vomitar sobre él de nuevo por estar demasiado borracha.

— ¿Entonces ya me darás el sí acepto?

— ¡PFFFFT! —Escupo y me atraganto.

—Supongo que es un “¡Sí, que emoción!”

— ¡Más bien un “¿estás demente”?! —Me limpio con una servilleta de tela que me entrega el barista —además, dijiste que la propuesta se haría invalida en el momento en que pusiera un pie fuera de la oficina.

— ¿Ves que si me recuerdas?

— ¡Agh! ¡Cómo fastidias!

—Si ser fastidioso hará que te sea encantador hasta que no puedas dejar de pensar en mí, entonces seré molesto hasta la médula.

¡¿Qué demonios le pasa?! ¡¿Tan desesperado está en recuperar a su juguete?!

—En lugar de pensarte, no he hecho más que alegrarme de no tenerte más en mi vida. Incluso tengo una cita el fin de semana y es un hombre mucho mejor…

— ¡¿Un hombre?!

—Si ¿acaso estás sordo?

—Te lo prohíbo.

—Ja, ja, ja ¿Qué te da el derecho a prohibirme algo?

—El derecho de un futuro esposo— Lo dice con tal seriedad que me cuesta tomarlo en serio, ni siquiera parece sentir algo ese robot inexpresivo— Así que deja esa actitud libertina de soltería.

Suspiro hondo.

Ahora que dejé de ser la piedra en su zapato él quiere ser la piedra en el mío.

— ¡Wolf! Dijiste que ibas por un trago para mí, como te has tardado yo…

¿Lo ves? Él solo está aquí por casualidad y porque está en una cita con Martha. Todavía tuvo los huevos de decirme que deje mi actitud libertina como si fuera soltera, cuando este patán está disfrutando de lo lindo de su falta de compromiso.

—En seguida voy— Dice el mujeriego descarado justo en mi cara— Entonces considéralo, pero no tardes porque mi oferta puede expirar en cualquier…

—Si no he sido clara, lo repetiré una vez más y espero que esta vez lo anotes en tu cabeza retorcida y sucia, hazlo tatuaje para que puedas verlo cada vez que me quieras molestar. Tú y yo no somos nada. Que sea la única escritora con la que no te hayas acostado no me pone en barata ni te obliga a que también quieras darte un bocado conmigo— le tomo por la corbata y firme sin dejarme engañar más, le digo sus verdades— Eres el último hombre con el que pensaría tener algo.

Un siléncio incómodo nos rodea hasta que los brazos delgados de Sarah me rodean por el cuello casi ahorcándome.

 — ¡CADY CAD! SHA VAMONOSH ¿SHI?

Ella muy rara vez toma sin moderación. Está tan intoxicada que apenas se le entiende lo que dice.

—Sí, vamos. Sarah.

— ¿Cady Cad?

— ¡ASHÍ LE DIGOOOO!—Dice sacudiéndo su brazo con entusiasmo.

—Suena bonito, debería considerarlo para llamarte así en la cama en nuestra noche de bodas.

—¡¡Cómo molestas, ya te dije que no!!

Sarah se rie a carcajadas hasta que cabecea y casi cae al suelo.

Llevo a mi mejor amiga a rastras como puedo, solo que ella es más alta que yo así que me es difícil jalarla sola.

—Te ayudo— Dice insistente— Al menos deja que las lleve a su departamento.

Es molesto hasta la médula, sin embargo es de los pocos hombres que no me eriza la piel tenerlo cerca. Incluso con el Señor Collins me he sentido inquieta.

Suspiro de nuevo, lo pienso un momento y termino aceptando su ofrecimiento.

***

Cuando llegamos al estacionamiento veo a Ben y ya estoy pensando en mejor cancelar su oferta, si me vomito ahí no me lo quitaré jamás en la vida, querrá cobrarse como si fuera el peor agravio del mundo.

— ¿Qué esperas? Sube.

—…..Creo que mejor pedimos un taxi.

—Tonterías, ya estamos aquí solo sube.

Entre los dos acomodamos a Sarah en la parte trasera, justo estoy a punto de acomodarme con ella cuando él me detiene.

— ¿Qué haces? No soy tu chofer, sube al asiento de copiloto.

Algo me dice que el camino será insoportable. Subo y cierro la puerta de mala gana, en cuanto lo hago se acerca a mí y alarga el brazo para ponerme el cinturón. Otro dejavu.

—Debo asegurarme de que mi futura esposa esté segura.

— ¿No te avergüenza a tu edad ser tan insistente con alguien menor que tú?

—Fue por la edad que me restringí de muchas oportunidades, no lo haré más.

No lo entiendo, insiste demasiado, aunque dice tantas cosas que harían estremecer el corazón de cualquier mujer, me basta con verle esa cara de póker para saber que no es sincero. Solo está jugando, es imposible que yo le interese.

Las calles parecen demasiado largas mientras debato conmigo misma en el silencio incómodo entre los dos.

—Cady Cad, todo lo que dije fue en serio.

—Yo también fui seria cuando dije que no me interesas.

—Soy el mejor partido que podrás encontrar.

—¿No te rindes?

Nuevamente estamos en silencio. Al menos ya estamos cerca del departamento, si logro aguantarlo un poco más bajaré con Sarah y nunca más volveré a ver a este tipo.

— ¿Estás segura de la decisión que tomaste? —Dice sin dejar de mirar al frente.

— ¿Sobre no casarme imaginariamente contigo?

—No, eso yo sé que cederás tarde o temprano… me refiero a lo de abandonar la empresa y dejar de escribir.

—Sí. Estoy segura.

—…. — Él se queda callado mirando hacia el frente.

Llegamos a un semáforo en rojo que parece detenerse por demasiado tiempo.

—Cady Cad.—Dice finalmente rompiendo el hielo.

—Deja de llamarme así, solo Sarah tiene permiso.

— ¿Entonces te llamo cariño?

—Cady está bien, si te hace desistir de ponerme sobrenombres molestos.

—Cady…

Su mano toma la mía pero no lo aparto de mí, a pesar de que me cae mal y quisiera golpearlo no siento escalofríos ni tengo la sensación de alerta de peligro.

¿Por qué? Es un hombre nefasto, dice lo que quiere, no tiene expresiones en su rostro y solo se ha burlado de mí estos años, nunca ha sido amable ni…

—Señor Eardwulf…—Digo intentando evadir su mirada sin éxito.

—Te extraño.

¡¡Agh, qué estoy haciendo!! ¡No, no puedo darle más entrada a mi vida a este tipo, finalmente le he dejado no puedo permitir que vuelva!

Aparto finalmente mi mano y vuelve a atraparla entrelazando mis dedos con los suyos.

—Cady… no tires por la borda lo que amas por miedo de aceptar que me quieres.

—No te quiero.

—Me quieres, tanto que estás huyendo.

¡No! ¡No estoy huyendo solo quiero ser feliz y hacer una vida tranquila!

¡Tengo que decirle eso antes de que se siga haciendo ideas! ¿Por qué no puedo decirle un simple y llano “NO”?

—Señor Eardwulf yo…—Pone su otra mano en mi mejilla y cierro los ojos.

— ¡BLEEEEEEH! —Sarah hace un sonido sospechoso, el Señor Eardwulf suelta mi mano y se aparta de mí, pisa el freno y ambos volteamos con horror para ver que se ha vomitado sobre el asiento trasero.

Él, quien no es nada expresivo, mira en silencio y poco a poco su rostro adquiere las facciones de alguien preocupado soltando un grito que casi parece un aullido.

— ¡MI BEEEEEEN!

Parece que está destinado ese pobre automóvil a ser vomitado y reemplazado, quizá es por mi mala suerte. Sea como sea, este hombre se lo va a querer cobrar.  El hombre se estaciona cerca y corre a limpiar el asiento esperando poder recuperarlo, incluso se quita su camiseta en la desesperación de no tener un trapo cerca.  Veo el semáforo y leo el nombre de la calle “Avery”

—Avery…

—Espero que no queden manchas— Dice con una voz lastimera.

Verle así de desesperado y sin su rostro perfecto imperturbable me parece divertido, pero no me puedo reír o ese desgraciado se tomará de esa excusa para cobrarse el agravio. Solo puedo verlo en silencio evitando que mi sonrisa se asome hasta que él finalmente se resigna y regresa al asiento para conducir. Baja ambos vidrios de la ventana para evadir el mal olor de la vomitona y enciende de nuevo el motor.

Lo que resta del camino ya es una o dos cuadras más.

Me evito verlo porque aún me da risa su expresión preocupada y desesperada. Si fuera más expresivo no me sería difícil entenderle.

En mi sueño solo pocas veces me imaginé su sonrisa, pero tuve pensamientos eróticos e incluso actuamos como si fuera guion de una novela.

Sarah me dijo que el tamaño de las venas es cómo se ve abajo y… su brazo tiene una vena que resalta mucho.

¿Si será de 24 cm?

¡¡Ah, qué cosas más pervertidas pienso!!

—Conservé tus zapatos.

— ¿Eh?—Su voz interrumpe mis debates internos. 

—Los zapatos que me lanzaste en mi oficina.

—…. — ¿Qué espera que le conteste a eso?

—Ese par lo elegí esa vez en el centro comercial.

—Señor… —digo tratando de cortar lo que sé que me va a decir.

—Después de que vomitaste en mi preciado tapete Fluffy, cuando fuiste unos días mi asistente…

—No quiero hablar de vomitadas por el momento, hay una muy grande en el asiento trasero y el olor es insoportable.

—Yo si quiero hablar. Parece que siempre estoy destinado a involucrarme contigo con una vomitada en alguna de mis posesiones preciadas. Pero eso no es lo que quiero---

—Ya llegamos, señor Eardwulf.

—Cady, no evadas lo que quiero decirte.

—No hay nada más que hablar. Agradezco que haya traído a mi amiga, eso no quita que ya renuncié y desde entonces somos unos extraños.

—Yo no quiero ser un extraño.

Me toma del brazo y me quedo parada un momento en silencio.

—Pero siempre lo fuiste.

— ¡Ensuciaron mi Bentley ustedes dos! ¡¿Tienes idea de lo mucho que vale?!—Dice sin soltarme el brazo como si hubiera cometido un sacrilegio contra lo que si leimporta. 

De verdad, solo por un momento le creí diferente. Es un idiota.

— ¡Págame con tu vida!

—Ja, ja, ja, La vida de una escritora que siempre está en deudas pidiendo préstamos y con historias mediocres como yo no podría valer ni un tercio de lo que tu automóvil caro, mujeres te han de sobrar así como fácilmente puedes reemplazar a Ben ¡Con uno igual o de otro color al que llames Tyley! 

— ¿Cómo sabes lo de Tyley…?

—Pagaré los gastos de lavandería hasta el último centavo. Tráeme la cuenta y después de eso, desaparece de mi vida.

Sin dejar que me diga algo más, tuerzo la boca con desagrado y hago los ojos en blanco demostrando mi fastidio con un suspiro como un gruñido.

Salgo, abro la puerta trasera, jalo a Sarah y saco a mi mejor amiga como puedo. Ni siquiera me voy a molestar en ver a ese hombre dañado que se encuentra haciendo rabietas, seguramente.

Se acabó tu juguete, jefe estúpido.

Me gustaría mostrarle el dedo medio pero creo que eso le hará creer que tengo interés en él. así que me contengo. Ni siquiera me voy a despedir de ese idiota.  

Maika Maese

A pesar de que le colma la paciencia, sus sentidos no están alerta como si hubiera algo peligroso acechando...

| Gosto
Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App
capítulo anteriorpróximo capítulo

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App