Capítulo 53- El lugar donde debo estar Parte 1

En la oficina, frente a la cueva del Demonio de Lupus toco con determinación la puerta.

Nunca más seré la Cadence Beckham que mira al suelo y toca con cuidado para no hacerle enojar. Hoy voy a pelear mi libertad.

— ¿Estás segura de esto?

Él para ser editor tiene falta de comprensión lectora pues sigue leyendo mi carta de renuncia sin poder creer que por fin tuve los ovarios para mandarlo al averno.

—Jamás había estado más segura en toda mi vida.

El hombre sin mirarme continúa ojeando el documento como si esperara encontrar algún error tipográfico, al ver que todo es claro suspira y me mira como nunca antes lo había hecho.

—En el hospital te dije que lo pensaras mejor. Volveré a advertirte, no tomes decisiones precipitadas, tu cabeza aún no está en orden desde aquel incidente y aún tienes algunos días más de incapacidad para descansar.

—Mi decisión está tomada.

Eren Eardwulf arruga la copia con la carta de renuncia y con serenidad vuelve a insistirme.

— ¿Por qué? ¿Acaso impedimos que publicaras tanta basura como quisiste? —Su mano aprieta con mayor fuerza el papel, parece que no está tan tranquilo como pretende mostrarse— ¿Qué vas a hacer con el contrato? ¡Aún nos debes tres años!—Golpea con fuerza el escritorio cuando dice “tres años"

Ahora tengo 22 años, aunque aun no ha sucedido, en cualquier momento mi abuela puede recaer en su enfermedad. No tengo mucho tiempo para lograr todo cuanto ella quiera ver.

—Señor Eardwulf, considerando que la cantidad de libros publicados por mí ha superado 10 títulos completos debería ser considerado más que suficiente.

¡BAM!

— ¡Si te vas tendrás que pagar la penalización por incumplir el contrato!

—Adelante, lo pagaré. No trabajaré más aquí.

— ¡No, no puedes irte!

Él se levanta con rapidez de su cómodo asiento como si se hubiera incendiado.

— ¿Por qué no? Según palabras tuyas son más las pérdidas las que tienen por historias mediocres escritas por esta autora de cuarta… Incluso les estoy haciendo un favor, con su permiso.

— ¡Señorita Beckham!

¿Por qué me mira así? ¿Acaso no le gusta saber que su juguete por fin decidió irse?

— ¿Qué harás…? —Dice con una voz un poco más calmada mientras pasa su mano por la frente— ¿Acaso es por otra editorial?

—No. Decidí dejar de escribir.

Para mi sorpresa, el rostro inexpresivo de mi ex editor se torna pálido y muestra una reacción de horror. Tch, como si le afectara a ese hipócrita.

Ya que está tan callado camino hacia la puerta decidida a salir por ahí aunque no me den ni siquiera un centavo como liquidación.

¡BAM!

Él pone su pesada mano y empuja con fuerza impidiendo que pueda abrir la puerta.

— ¡No puedes!

— ¿Por qué no? Actúas como si te afectara ¿no eras tú quien siempre dijo que le haría un favor al mundo dejando de escribir mis ensayos nivel secundaria?

—Nunca lo dije con ese fin---

—Deja ya de fastidiarme, aleje su brazo de la puerta.

— ¡No, no voy a dejar que te vayas así!

Me río con ironía, en el pasado algo así me habría conmovido un poco. Ahora solo lo veo como un niño haciendo una rabieta porque le han quitado su juguete cuando ni siquiera me consideró algo divertido sino una piedra en su zapato.

— ¿Acaso se escucha el Señor Eardwulf? No quiere que me vaya pero todo este tiempo no ha hecho más que renegar mi existencia, incluso toda la oficina sabe la forma en que me trata.

—Yo nunca dije que reniegue tu existencia, ni siquiera he hecho algo para hacerte creer que seas una piedra en mi zapato.

—Si, claro. Ni siquiera debe recordar cómo han sido estos infernales años a su lado— veo su cara de idiota que no comprende nada, aprovecho que está distraído y nuevamente intento abrir la puerta—  Bien, eso ya no importa… decidí cambiar de aires. A partir de ahora me dedicaré enteramente a mi abuela y como son sus deseos, voy a casarme y le daré su primer bisnieto…

 ¡BAM!

— ¿Con quién vas a casarte? —Su respiración suena agitada y sostiene su pecho con la otra mano mientras continúa ejerciendo fuerza con su brazo contra la puerta.

—Eso no te importa…

—Si tanto deseas esa clase de vida ordinaria… te la daré.

¿Qué quiere decir con eso?

—Eren Eardwulf, no necesito tu permiso ni el de nadie para decidir mi vida.

—No te estoy dando permiso. Estoy diciendo que si deseas casarte entonces lo hagas conmigo.

¡¿Qué?!

¿Escuché mal, verdad? ¡¡Está loco!! Y lo peor de todo eso es que se ve tan serio que me es imposible creerlo una broma.

—Señor Eardwulf… No me agrada el sarcasmo ni las bromas pesadas.

— ¿Cuál broma? Voy completamente en serio— Me toma de la barbilla y siento como si mis piernas fueran a desarmarse en cualquier momento.

Desliza su mano por mi mejilla y he perdido completamente esa determinación para mandarlo al cuerno. Sus ojos azules son tan hermosos que me ahoga reflejarme en ellos.

—Er…

—Si quieres una vida mediocre y ordinaria como una de tus historias de cuarta te la puedo dar yo. No necesitas armar un escándalo ni llamar mi atención con tus caprichos.

Como si fuera un baldazo de agua helada me doy cuenta cómo estuve muy cerca de echar mi vida por la borda y volver a dejar que ese demonio me condenara a su infierno. Ni siquiera le atraigo, no soy como sus modelitos y las escritoras con las que se acuesta. Soy menos que un juguete, solo no quiere perder algo que cree que le pertenece incluso si eso amerita sacrificar un poco su libertad.

Así que esto me esperaba si renunciaba en mi sueño personalmente. Una propuesta de mal gusto como esta solo para retenerme como su juguete y saco de boxeo.

-...Mon...

-¿Qué has dicho?

—Mamón... Patán... Idiota.

—Incluso si me llamas así no haré de lado mi propuesta.

Es un imbécil.

— ¿Quién en su sano juicio se casaría contigo? ¿Quieres una razón para irme de aquí? Entonces toma esta como mi verdadera razón para irme...

Lo empujo con todas mis fuerzas y mientras se tambalea hacia el suelo le aviento el zapato que me hizo llevar desde la vez de la vomitada a su preciado tapete.

— ¡No te soporto! — Le aviento el segundo zapato, no me importa salir de aquí descalza —Me niego a perder un minuto más de mi vida soportando a un patán como tú.

—Beckham ¿qué te sucede?

—Mujeriego, criticando todo el día lo que hago, persiguiéndome por la universidad como si no tuvieras nada importante que hacer en tu miserable vida, haciendo de editor y corrigiendo los ensayos y discursos que escribo para los trabajos de la universidad... ¡Pero nunca le has dado un puto minuto de tu vida a leer lo que hago para la editorial!

Mientras toma mi zapato queriendo analizar si en efecto le he lanzado uno de los zapatos que me regaló en el pasado, aprovecho para rematarle.

—¡Dime, imbécil! ¿Cuándo te has dignado a leer siquiera una línea?

Su silencio lo dice todo, jamás lo ha pensado. Así de poco represento en su vida.

—Admito que una vez me pareciste apuesto. Pero fue solo una fracción de tiempo, un insignificante segundo que gracias al cielo no volveré a repetir porque pude descubrir lo podrido que estás por dentro.

Abro la puerta y volteo una última vez, ya no siento absolutamente nada. Ni siquiera me afecta dejar a ese idiota atrás.

—Por si no fui clara, espero no volver a tenerlo cerca ni por accidente. Si me ve en la calle pretende que somos extraños y no te atrevas a llamarme. Para mí eres un extraño, insignificante, molesto y ruidoso como un mosquito.

—Cadence, si sales por esa puerta mi propuesta habrá expirado.

—Maravilloso. Para mí eso no fue una propuesta, fue el intento desesperado de un déspota por retener a su muñeca de cuerdas. Pero yo ya no estoy para esos juegos.

— ¡BECKHAM!

Mientras voy por el pasillo todos me ven como si me hubiera vuelto loca, sorprendidos de que haya cambiado tanto. Bajo las escaleras rápido y me asomo por la calle.

Levanto la mano y pido un taxi que llegó en el mejor momento.

— ¡CADENCE!

Alcanzo a escuchar una voz masculina justo antes de cerrar la puerta.

—Por favor, lléveme lo más lejos que pueda.

Sin mirar ni una sola vez atrás ni por los lados de las ventanas,  veo firme desde el asiento trasero la calle y el camino que solo fijaré hacia adelante.

¡Soy libre!

***

En cuanto el taxi se detiene mi abuela corre hacia mí.

— ¡Cadenza! ¿Pudiste renunciar?

— Si, ya le dejé en claro a la editorial que quiero dedicar mi tiempo en algo más productivo.

—Maravilloso, me alegra que mi nieta tenga agallas. Tu jefe no me agrada para nada.

—Ex jefe.

—Has tenido que aguantar demasiado por mí, todo cuanto tenías fue para el hospital, pero ahora yo te daré y no te quitaré más —Mira mis pies descalzos y pregunta con sorpresa— ¿Qué le pasó a tus zapatos?

—Se los aventé a mi jefe.

Ella ríe y rompe con la seriedad del momento.

— ¡Esa es mi Cadenza! ¡Entonces te daré un par de los míos!

Mi abuela me invita a pasar y luego de entregarme el par de zapatos que le pertenecía a mi madre, me siento en la mesa. Ha preparado mi pollo favorito en adobo, nunca he podido hacerlo igual al de ella, después le preguntaré si me deja observar y aprender cómo hacerlo paso a paso.

Mientras pruebo su interior jugoso, me evito llorar de la felicidad, en ese momento alguien toca la puerta. Mi abuela con una sonrisa se disculpa y va a atender la puerta. Me como un bocado tras otro, estoy muy animada, soy completamente libre para hacer lo que desee y puedo volver a disfrutar una vez más de lo que prepara mi abuela.

—Por favor, pasa.

Mi abuela suena animosa, al parecer está contenta con nuestro visitante.

—Cadenza, mientras estabas en el hospital este hombre se ofreció a pagar los gastos y también ayudó a recuperar mi casa de la hipoteca que se robó tu padre.

Los pasos de alguien se acercan por la cocina y se detienen al verme.

Es un hombre menos alto y fornido que mi editor, ojos verde olivo por el tono ligeramente amarillento, piel de tono pálido sin ningun indicio de bronceado y contrastando con “Él” un cabello rubio tierra con ondas en las puntas.

Si Sarah estuviera aquí diría que es como un príncipe o un ángel. Aunque a mí me daría igual.

—Él es Harvey Collins, fue socio de tu padre y es nuestro salvador.

—Quisiera decir que mucho gusto, sin embargo yo ya te conocía desde hace  tiempo, solo que no pude presentarme adecuadamente.

—Mucho gusto entonces.

Me toma la mano y besa el dorso como si fuera uno de esos caballeros o duques de novelas románticas de época.

—Me alegra que se agraden desde primera vista. Cadenza, este caballero nos ha ayudado mucho ¿Por qué no salen un día?

—Abuela…

—Sería todo un placer salir con ella, pero no puedo tomar una invitación sin el consentimiento de quien me están ofreciendo.

—Lo pensaré.

— ¿Qué necesitas pensar, Cadenza? Es un joven refinado y de buenos modales. Le debemos mucho, solo es una salida no un compromiso formal.

Parece que él le agrada mucho a mi abuela.

—Señor Collins, acepto su invitación.

—Ya la escuchó, señora Marigold, no hay vuelta atrás ¿eeeh?

—Ella nunca se haría para atrás. Cadenza está buscando trabajo ¿Le parece el sábado?

Ahora que le veo debe tener una edad parecida a la del señor Eardwulf… No, me prometí no pensar más en él ni en la editorial.

Solo debo enfocarme en mi misma, quien sabe, tal vez la cita sea agradable.

—Si estás buscando un empleo puedo ofrecerte uno con muy buena paga en mi casino.

—Gracias por la oferta, pero no me agradan los casinos.

—Claro, una flor tan hermosa no debería estar en un lugar donde apuesta la gente, bebe y fuma. Pero mi casino es un lugar tranquilo, te lo aseguro.

Me toma del hombro y siento escalofríos por mi cuerpo.

—Prefiero un trabajo de oficina, no sabría acostumbrarme al horario nocturno.

Aunque no he estado muchas veces ahí, no me gusta ese lugar. Además,  Incluso si fue en un momento de mi sueño, le prometí a alguien que jamás trabajaré en un lugar así.

—Oh, ya podrán hablar de eso después ¿no es así, Cadenza? Mejor piensen en el lugar donde quieren ir en su primera cita.

Cita…

{Chu-Chu, love-love-lovely-lovely-chu-chu~]

Oh, es el tono de llamada que me puso Sarah.

En cuanto contesto el teléfono la voz animosa de Sarah Bingley se escucha por todo el comedor.

— ¡Josh Bury tiene novia, Cady Cad!

Suena alterada en el teléfono y a la vez como si estuviera excesivamente alegre.

— ¿En dónde estás, Sara?

Escucho en mi teléfono a mi mejor amiga cuya voz se quiebra como si fuera a llorar.

—Voy para allá ¿en dónde estás?

— ¿A dónde vas, Cadenza?

—Es Sarah, al parecer su ex tiene novia ahora. Debo ir con ella y ser su apoyo moral.

— ¿No puede esperar? Tenemos un invitado.

¿Eh?

—Señora, Marigold. No hay nada más importante en la vida de una joven que su mejor amiga. Adelante, no las molestaré más.

Se levanta de su asiento y me toma de la mano.

— ¿Quieres que te lleve con tu amiga?

—Adelante, Cadenza ve con él.

Mi mano acepta la suya aunque en mi interior siento una inquietud extraña. Mi abuela aplaude emocionada, le agrada mucho este hombre. Si ella confía en él yo también debería confiar.

—Muchas gracias, Señor Collins.

Ya basta, Cadence, si quieres cumplir el sueño de tu abuela de verte casada antes de que muera un día, primero debes dar el paso y salir con un hombre.

Camino hacia el frente, creo estar segura de lo que deseo, sin embargo cada paso me da la sensación de que estuviera pisando sobre vidrios rotos con pies descalzos.

----

Maika Maese

Cady, con cierto mal presentimiento en el pecho, ignora las señales al sentirse respaldada por el buen juicio de su abuela y toma la mano de aquel hombre que le acaba de presentar.

| Me gusta
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP