En venganza por haberlo dejado, Derek le tiende una trampa a su esposa Ava y ella acaba siendo su asistente por obligación. Sin ninguna opción debe quedarse trabajando para él y luchar contra el amor que siente al no poder olvidarlo. Dicha situación la lleva a descubrir poco a poco un oscuro misterio y unir los cabos sueltos que dejó el pasado, los cuales regresarán para enseñarles que con el fuego no se juega, a menos que quieran consumirse en el. ¿Y si nada es lo que parece? ¿Lograrán los secretos atarlos a ambos en cuerpo y alma, o peor aún, alejarlos más? Novela perteneciente a la saga EL AMOR DEL JEFE que consta de dos historias más que son: RINDETE y SEÑORITA JACKSON. No es necesario leer en orden, son historias independientes cada una.
Leer másDesde hace varios meses vivimos entre peleas y discusiones por casi todo. Creímos que ser buenos padres era tener que volcar toda la atención hacia nuestra hija, el trabajo, las demás responsabilidades y que lo nuestro se quedara en un segundo plano. A la larga, hoy me di cuenta que no nos conocemos muy bien después de haber vivido juntos por cinco tediosos años. Y recordarlo me hiere demasiado.
Lo tenemos todo, no nos falta nada a nuestra hija Jessica y a mí. Derek es un hombre muy responsable, pero se enfocó demasiado en el trabajo y en nuestra hija, se olvidó de mí. Yo también hice lo mismo, pero añadí otros problemas innecesarios. No sé lo que es un abrazo o un beso desde hace más de dos años, se convirtió en un hombre serio y frío. Salimos, vamos al cine en los ratos libres y comemos juntos. Todo lo hacemos en compañía de nuestra hija, porque cuando estamos los dos solos no tenemos nada de qué hablar. Porque sencillamente no nos conocemos de verdad y es más difícil hacerlo cuando ambos somos tan evasivos y orgullosos. Me he dado cuenta que si en realidad estamos viviendo juntos, es por el bien de nuestra hija de cinco años. Esto nos está desgastando emocionalmente.
«Y ahora dice que me ama…», susurro aquello y continúo mirando en silencio hacia el vacío.
Luego de iniciar mi carrera de ballet a los ocho años, por fin pude culminar a los dieciocho, tres años después que Jessica naciera. Fue una total odisea continuar bailando luego de la obesidad y flacidez que sufrí, y ni hablar del idioma… Ahora hago un curso de contabilidad en la universidad y busco obtener la licenciatura de danza en el mejor conservatorio de Hamburgo, educación que Derek me paga. Por lo mismo estoy buscando empleo y ser totalmente independiente, para no tener que recibir ni un centavo más de él.
Me pongo mi abrigo y guardo el de mi pequeña en el bolso, pero antes de abrir la puerta, Derek me sujeta con fuerza del brazo sin hacerme daño.
—¿A dónde vas? —inquiere.
Busca mis ojos, yo desvío la mirada.
—Voy a buscar a Jessica a la escuela y luego iré al conservatorio. Nos vemos en un rato. Ah, en el horno dejé el almuerzo, supongo que como acabas de llegar debes tener hambre. —Le sonrío levemente.
Después de todo es el padre de mi hija y aunque no lo parezca, estoy muy agradecida por lo duro que trabaja para darnos lo mejor. Lo quiero y me preocupo por él, así como él lo hace por mí aunque no siempre me lo demuestre. Sin embargo, parece que demostrar el odio que también sentimos es necesario la mayor parte del tiempo.
—Gracias, no debiste preocuparte. Nos vemos al rato, linda. —Se da media vuelta mientras desajusta su corbata.
Me quedo casi de piedra, porque hace mucho tiempo no me llamaba así y siento que algo se ha removido en mi interior, pero ya he tomado una decisión y no voy a cambiar por más que él quiera llamarme de nuevo con apodos bonitos.
Tiempo después voy a la escuela, veo a mi niña venir hacia mí sacudiendo sus lindos moños.
—¡Mami!
Me agacho y extiendo los brazos para recibirla con un abrazo.
—¡Hola, mi amor! ¿Cómo estuvo la escuela hoy? —Le doy un rico beso en la mejilla y me levanto con ella aferrada a mi cuello.
—Muy bien… Aprendí a dibujar dinosaurios y que el sistema solar es grandote, bastante grandote. —Abre aún más sus hermosos ojos azules y sacude su oscuro cabello.
—¡Perfecto! Eres muy inteligente, mi amor…
Camino con ella entre mis brazos y escucho sus anécdotas, como lo hacemos a diario.
Cuando llegamos a casa Derek nos espera en la entrada, como casi nunca lo ha hecho. Me pregunto el porqué está actuando un poco diferente desde hace un par de días.
—Bien… —Veo la hora en mi reloj—. Me voy a la clase, nos vemos en unas tres horas.
Le doy un beso en la mejilla a mi pequeña y bato la mano en dirección hacia Derek, quien solo me sonríe levemente y me queda observando con una expresión de arrepentimiento. Y es que sencillamente no lo entiendo, de verdad.
Muy tarde por la noche regreso bastante exhausta a casa, pero de todos modos subo a la habitación de Jessica y confirmo que está dormida plácidamente. Noto que Derek no está, quizá se encerró a trabajar en su estudio.
Saco mi maleta del armario con calma y comienzo a empacar mi ropa y objetos personales. Después que he terminado, me cambio el atuendo por uno más abrigado y bajo hacia el estudio a ver si logro hablar con él.
—¿Estás? —Toco la puerta dos veces.
—Pasa… —Escucho su profunda voz del otro lado.
Giro el pomo y entro en el lugar luminoso. Me planto frente a él y espero que me mire a la cara.
—Ya me voy. Me llevaré a Jessica conmigo. —Dejo salir aquello de lo que no estaba segura si decirlo o no alguna vez.
Derek lanza sus lentes detrás de él y se levanta con una expresión furibunda en el rostro.
—¡Mi hija de esta casa no sale! Ya sé que te vas a vivir con tus amigas, y no voy a permitir que Jessica se levante en un ambiente como ese.
Me sostiene la mirada, viéndose realmente enfurecido.
Yo no sé qué decir.
—Si la quiero, entonces todo saldrá bien. Ya me iré acomodando con ella hasta llegar a estar mejor… —Desvío la mirada, pensando que no se puede cubrir el sol con un dedo. Él niega con la cabeza y yo termino por aceptar su negativa—. Está bien…
—Por favor, no te vayas. Podemos arreglarlo. —Trata de acariciar mi mejilla, pero se detiene antes de siquiera rozarme con su piel, esa que tanto anhela la mía.
—Vendré a diario para ver a Jessica, también iré a buscarla a la escuela. —Seco las lágrimas que resbalan por mis mejillas. —Me duele hacerlo, pero creo que esta relación ya no tiene futuro. Es mejor hacer esto que continuar haciéndonos daño.
Voy hacia la salida, pero de repente escucho un jarrón quebrarse estruendosamente. Doy un respingo debido al susto, porque jamás había visto a Derek salirse así de sus casillas.
—¡Vete ahora! Pero te prometo Ava, que esto no se quedará así. Eres mía y siempre fuiste mía, desde chiquilla lo has sido. Sé que me amas… Pero tendré que darte una buena lección para que aprendas a valorar, y sobre todo a madurar…
Mi corazón casi se detiene al escuchar aquello, sin embargo, no miro hacia atrás y continúo con mi decisión.
Cuando entro a la habitación de mi pequeña, la veo mirarme con atención.
—Ya me voy, mi amor. Te prometo que seguiré yendo por ti a la escuela y que te ayudaré con las tareas por la noche. —Le doy un fuerte abrazo.
—Está bien, mamá. —Asiente.
Le doy besos en las mejillas una y otra vez y la abrazo de nuevo.
—Te amo, mi cielo.
—Y yo a ti, mami…
Ya le había dicho días antes que mamá tendría que hacer viajes de trabajo para traerle muchos regalos. A los niños es mejor disfrazarles las verdades para no crearles traumas.
Me doy la media vuelta un poco dubitativa y conteniéndome para no llorar ante ella. Rápidamente subo a la habitación y bajo la maleta hacia la primera planta, desde allí Derek me observa fijamente. Paso por su lado y siento como si ocurriera lentamente. Mi nariz se impregna de su característico olor a perfume amaderado entremezclado con el aroma fuerte del cigarro.
El taxi que llamé aguarda en la entrada. El chófer me ayuda a subir mis pertenencias y luego me subo yo, para emprender el nuevo rumbo que toma mi vida. Tiempo después llego a la casa donde viven mis amigas, aquí mismo en el barrio St Paoli, por lo que me quedará más sencillo ir a visitar a Jessica a diario.
Han pasado algunas semanas desde que me marché de la mansión de Derek y ahora estoy en busca de empleo. Bloqueó todas mis tarjetas y me quedé sin dinero por su culpa.
Por mi falta de experiencia he fallado en varias entrevistas, sin embargo, hoy en la mañana recibí una llamada en la cual ofrecían una vacante como asistente.
Suelto mi cabello, aliso mi falda y acomodo mi camisa clásica con mangas largas. Después de todo, no me queda mal el uniforme. Me observo en el espejo una última vez antes de tomar mi cartera y las llaves, para después tomar un taxi que me lleve hacia la dirección indicada. Tiempo después llego a unas pequeñas oficinas muy simpáticas, pero pequeñas. Me anuncio en la recepción y me invitan a pasar al lugar donde se encuentra el entrevistador.
—Buenas tardes. —Entro en la estancia y observo a un hombre de mediana edad, el cual apenas me ve esboza una sonrisa y me tiende la mano.
—Buenas tardes, señorita Moore. Es un gusto conocerla...
Estrecho su mano y ambos tomamos asiento. Luego, el hombre me hace algunas preguntas personales y acerca de mi nula experiencia.
—Contratada. Firme su contrato, puede tomarse todo el tiempo que quiera para leer —dice aquello esbozando una amplia sonrisa.
¿Así sin más?
—M-muchas gracias… —Pestañeo algunas veces y sonrío levemente.
Tomo la pluma entre mis dedos y leo lo más rápido que puedo, omitiendo las letras pequeñas. Firmo rápidamente y entrego la pluma al hombre.
—Diríjase a esta nueva constructora, se llama S.K.Y., como dice en el contrato. Allí la espera su nuevo jefe. Le deseo mucha suerte.
—Gracias…
Nos despedimos con un apretón de manos.
Leo una vez más la nueva dirección y tomo un taxi. No uso autobuses o el transporte público, ya que me cuido extremadamente de las lesiones en el cuerpo. El taxi se detiene frente a un gran edificio curvo de color blanco y con grandes ventanas de cristal. Le pago al chófer y me bajo allí, para después entrar y anunciarme en la bonita recepción. El lugar está pintado de un blanco tan inmaculado que podría sentirme en el cielo. Parece que es una nueva empresa, puesto que veo hombres con uniformes manchados de pintura y con cascos en la cabeza ir de aquí para allá.
—Buenas tardes, señorita. Mi nombre es Ava Moore y soy la nueva asistente del señor Schütz. —Me anuncio con la recepcionista.
—Buenas tardes. Sí, claro, espere un momento. —Toma el teléfono y parece hablar con el hombre—. Sígame, por favor…
Se levanta con suma elegancia. La sigo con pasos presurosos y arreglando mi cabello lo más que puedo. Vamos en dirección hacia un largo pasillo, y en el fondo de este nos detenemos frente a la puerta de color miel con las letras C.E.O. en la parte superior.
La mujer se retira y me regala una sonrisa la cual correspondo de inmediato. Respiro hondo y toco la puerta dos veces, escucho un adelante un poco bajo, bastante lejano. Entro en el lugar: el cual posee una luz agradable, muebles lujosos, un amplio escritorio e inmensos ventanales de un color grisáceo que dejan ver la ciudad a lo lejos.
—Ava, Ava, Ava… Sabía que no ibas a leer las letras pequeñitas. Creo que a la larga te conozco…
¡¿Derek?!
Sonrío, siento los tibios labios de Derek besar mi cuello. —¿Ya puedo abrir los ojos? —Me remuevo inquieta entre sus brazos que me sostienen por la espalda y cubren mis ojos. Escucho su risa. —Ya puedes... —Se aleja de mí. Abro los ojos despacio. Veo frente a mí dos boletos de avión y una libreta pequeña. Me acerco a la mesa de té del jardín, en donde reposan los objetos. Tomo el viejo cuaderno entre mis manos y lo abro, para luego esbozar una amplia sonrisa seguida de una carcajada. —¿Guardaste esto? —Sonrío al acariciar el montón de garabatos en las hojas, dibujos y tonterías que hacía al no prestar atención a mi tutor de matemáticas. El nombre Me maldigo por haber olvidado el maldito revólver en casa.Veo hacia la carretera que está a un lado de nosotros. Es poco concurrida, no ha pasado ningún otro auto en todo este tiempo, ni nadie que pueda ayudarnos. ¡Jodida mierda!—Has llegado demasiado lejos. ¡Reacciona, estás mal de la cabeza! —Me acerco a ella de nuevo, pero ahora el hombre que la acompaña, me apunta con un revólver.—Pero si ella fue quien me arruinó la vida, ella es la culpable de todo. ¡Tú me lo robaste todo, todo lo que yo quería! —grita colérica y habla entre llanto mientras nos mira con tanto rencor, con un odio a muerte.Jamás le hicimos daño. No sabe perder, ese es todoCAPÍTULO FINAL 3/3
Siento que me asfixio, que el oxígeno cada vez más abandona mis pulmones. —Cálmate amor, respira profundo… Ya voy para allá… —Parece tan conmocionado como yo, solo que disimula para no preocuparme más. —¡Llamen a la policía! ¡Esa mujer fue hacia la derecha! —La maestra alarma a los presentes, quienes de inmediato comienzan a preguntar qué es lo que sucede. —Mi hija, por favor… Una mujer parecida a mí se la llevó. ¡Tienen que ayudarme! Es una niña de diez años… —Me tomo el rostro entre las manos, viendo cómo mi pequeña Jessie comienza a llorar asustada y busca a su hermana mayor con la mirada. Miro hacia todos lados y avanzo a pasos presurosos, buscando a Jessica, quien no está, no está… Dejo mi cuerpo caer al suelo, me agacho y escondo mi rostro entre mis brazos de n
Corremos como si no hubiera un mañana hacia la entrada con puertas dobles, deseando que aún no haya acabado la ceremonia. —Si alguien se opone a este matrimonio, que hable ahora o calle para siempre… Es lo último que escucho antes de trastabillar con mis tacones y ser sostenida por el brazo, Clarissa impide mi caída. Por inercia me llevo las manos al vientre, protegiendo a mi pequeña criaturita que ahora siento que amo con locura. Los murmullos y susurros me hacen levantar la mirada, siento mi rostro arder de la vergüenza por estar haciendo esto. ¿Precisamente teníamos que llegar a esa parte tan cliché que recita el sacerdote? Estupendo... Los pensamientos pesimistas acerca de lo que pueda ocurrir aquí, me tienen ansiosa, y muy nerviosa. Pero aquello ya no me importa
Al abrir la puerta me topo de frente con Dara, la que al verme siendo infeliz, sonríe. —Tú ganas… —Levanto mi mano, ya no hay anillo en ella, se lo he dado a Clarissa para que lo guarde. Dara asiente, haciendo un puchero lamentable. —Te dije que ganaría, yo siempre gano, querida. Por cierto, luces de maravilla… —ríe—. Sería tan fácil sacarte el medio por haber asesinado a mi hermano, pero no quiero más problemas. Eres una perra m*****a. Sonrío sintiéndome como ida, drogada, flotando en un lugar que ya no es este. —Al menos me siento bien por él, pasó a mejor vida. —Me encojo de hombros, consiguiendo que ella me tome del brazo con fuerza—. Te dije que era capaz de cualquier cos
No sé ni qué hacer para que ellos paren. —Pero mira a quién tenemos aquí... —Lion se acerca a mí, no sé de dónde demonios ha salido. Trago en seco y levanto el arma en dirección a él y Eva, mi hermana. —¡Cambia esa cara! Pareces muerta. —Eva finge preocupación. Me tiemblan las manos, pero sostengo el objeto con fuerza. No voy a dejarme amedrentar por ellos, quienes también tienen armas y gestos de asesino. —¿Por qué estás haciendo esto? —sollozo al ver cómo me apuntan cuando intento ir hacia Derek, quien ahora trata de defenderse cuando es imposible. —¿Por qué? Porque me debe mucho dinero y osó intentar retirarse del negocio. ¿Quién me asegura que lue
Último capítulo