Corremos como si no hubiera un mañana hacia la entrada con puertas dobles, deseando que aún no haya acabado la ceremonia.
—Si alguien se opone a este matrimonio, que hable ahora o calle para siempre…
Es lo último que escucho antes de trastabillar con mis tacones y ser sostenida por el brazo, Clarissa impide mi caída. Por inercia me llevo las manos al vientre, protegiendo a mi pequeña criaturita que ahora siento que amo con locura. Los murmullos y susurros me hacen levantar la mirada, siento mi rostro arder de la vergüenza por estar haciendo esto.
¿Precisamente teníamos que llegar a esa parte tan cliché que recita el sacerdote? Estupendo...
Los pensamientos pesimistas acerca de lo que pueda ocurrir aquí, me tienen ansiosa, y muy nerviosa. Pero aquello ya no me importa