BRANDON
Me gustaba verla así.
Con la camisa arrugada que le colgaba como si fuera mía en cada hilo, como si el amanecer nos encontrara en una nueva vida. Sus piernas descalzas tocaban el suelo con una calma que antes no tenía. Su cabello desordenado era una maldita obra de arte. Y su sonrisa, esa que dejaba escapar de vez en cuando, era lo más parecido a una promesa de que todo lo que estaba roto entre nosotros, podía sanar.
Por primera vez en mi vida sentí que estábamos juntos de verdad. Era mi esposa jo**der y era tan afortunado de tenerla en mi vida. De no haberla perdido porque no podría vivir sin ella.
No dije nada. Solo me quedé observándola mientras revolvía el café y cortaba una fresa como si fuera el acto más importante del mundo. Me gustaba esa versión de Emilia. Me gustaba más de lo que debería, más de lo que podía poner en palabras. Podía disfrutar de ella en las mañanas, así juntos los dos, iniciando nuestra nueva vida.
Me gustaba porque era real. Porque por fin estaba a