No, cielo. Yo gano.
EMILIA
Acomodé mi teléfono con la cámara grabando, a manera de que nadie se diera cuenta. Había esperado por este momento y finalmente había llegado.
Después de todo el drama que había protagonizado con Brandon, me sentía agotada y lo que menos quería era lidiar con los chismes de la oficina, que ya de por sí eran bastantes al interpretar a una mujer que claramente no era. Las luces del estacionamiento proyectaban sombras largas sobre el volante, y mi reflejo en el retrovisor parecía el de una mujer devastada.
Perfecto.
Todo aquel teatro y las técnicas de actuación para fingir lágrimas habían surtido efecto. Respiré hondo y contuve el temblor de los dedos. El labial ligeramente corrido, los ojos vidriosos. Toda mi actuación era creíble hasta para mí misma. Solo que yo no lloraba por Brandon. Lloraba por lo cerca que habíamos estado del abismo, y por lo mucho que iba a disfrutar ver a nuestros enemigos caer.
Un golpecito leve en el cristal me sacó del trance. Volteé y no creí que aquel