BRANDON
El celular vibró en el bolsillo interior de mi saco. Era Adam.
Suspiré y me pasé una mano por el rostro, todavía sintiendo en el pecho la onda expansiva de lo que acababa de pasar con Emilia. No tenía cabeza para otra cosa. Le había respondido y me había pedido que fuéramos por una copa, pero no estaba de humor para eso. Lo único en lo que pensaba era en mi esposa y la enorme verdad que le acababa de soltar.
Respondí con voz seca, más por agotamiento que por molestia.
— ¿Qué pasa?
— Necesito verte. Es urgente —. Respondió su voz al otro lado, con ese tono apremiante que rara vez usaba.
Miré hacia la escalera que conducía a nuestra habitación. Emilia seguía arriba. Había bajado la intensidad de la luz en el comedor, pero seguía sintiendo el eco de su mirada, su silencio, ese shock contenido que me desarmó por dentro.
— Ahora no puedo —. Respondí con voz firme—. Estoy ocupado manejando un asunto muy importante.
— ¿Ocupado con qué?
— Con mi esposa —. Respondí sin pensarlo. Nos s