BRANDON

El aire se volvió más denso en cuanto cruzamos el umbral. Emilia se quedó congelada en la puerta. Yo, que venía con la mirada fija en ella, y no en su departamento, tardé un segundo en notar lo que la había dejado sin palabras.

Las cosas no estaban como normalmente deberían de estar.

— ¿Qué. . .? —Alcancé a murmurar mientras me posicionaba detrás de ella y miraba por encima de su hombro. Las palabras no me salieron.

El departamento estaba invadido, pero no por intrusos.

Sonreí con cierta maldad porquen aquella invasión había estado planeada por mí. Sabía que ella se negaría a ir conmigo a nuestra casa, por lo que tuve que apoyarme con mi asistente para que el departamento de mi esposa quedara invadido de flores, y todo lo que a ella le gustaba.

Rosas blancas, velas encendidas que daban una media luz espectacular, una cena servida para dos sobre la mesa, y una botella de vino descorchada lista para ser servida sobre las dos copas de cristal que estaban esperando.

Vi su expres