BRANDON
Emilia se giró hacia la ventanilla, con los brazos cruzados, tan hermosa como letal. Sostenía una sonrisa discreta en los labios, pero evitaba verme. Me parecía gracioso porque eso significaba que había bajado la guardia conmigo.
Habían sido cinco años de ser un im**bécil con ella y la entendía.
— ¿Ahora vas a explicarme qué pasó con el beso de Olivia? —Me volteó a ver con una seriedad fingida. Me pareció tierna. Me acerqué a ella y le puse una mano encima.
— Ya lo hice —. Respondí—. Me besó sin permiso. Punto.
Ella giró lentamente la cabeza, aún más, hacia mí. Sus ojos eran fuego contenido.
— ¿Y tú? ¿Ni un mínimo impulso? ¿Ni una milésima de segundo de duda? No la empujaste. . . —Se llevó un mechón de cabello detrás de la oreja.
Sonreí. No pude evitarlo porque estaba celosa, y eso me volvía loco porque significaba que aún tenía esperanza y no pensaba dejarlo pasar.
— ¿Estás celosa, Em? —La vi directo a los ojos. Abrió la boca porque la sorpresa la había golpeado.
— ¡No