El sol se colaba por las cortinas de la habitación, pero Agatha apenas había dormido. Los pensamientos sobre lo que vendría la mantenían alerta. Samer seguía durmiendo profundamente a su lado, ajeno a la agitación que ella sentía.
Se levantó con cuidado para no despertarlo y se dirigió al balcón. El aire fresco de la mañana la ayudó a despejarse un poco, pero el peso de la decisión que estaban por tomar seguía presente. Sabía que no había vuelta atrás. Una vez que filtraran la información sobre Al-Fayed, no solo ellos estarían en peligro, sino también cualquier persona asociada con ellos.
De repente, un sonido vibrante interrumpió sus pensamientos. Era su teléfono. Un mensaje había llegado, y al abrirlo, una sensación de frío recorrió su espalda. Era un mensaje de Karim.
“Debemos actuar ya. Al-Fayed sospecha algo. Me están siguiendo.”
El corazón de Agatha se aceleró. No había tiempo que perder. Corrió de vuelta a la habitación y sacudió a Samer, quien despertó de inmediato al ver la e