La sala de interrogatorios estaba fría, con una sola lámpara iluminando el rostro pálido de Hana. Atada de manos y con los ojos llenos de lágrimas, apenas podía sostener la mirada. Frente a ella, Samer permanecía inmóvil, sus ojos oscuros y llenos de tensión. Khaled estaba a un lado, listo para intervenir si era necesario, mientras Agatha observaba desde una esquina, intentando comprender lo que acababan de descubrir.
-Hana -comenzó Samer, su voz baja pero cargada de firmeza-. No voy a repetir la pregunta. ¿Qué estabas haciendo con ese dispositivo?
La joven sollozó, sacudiendo la cabeza.
-¡No quería hacerlo! -gritó, rompiendo el silencio de la sala-. No quería, pero no tenía opción.
-Siempre hay opciones -replicó Samer, cruzando los brazos-. Pero tú elegiste traicionar a todos los que confiaban en ti.
Hana lo miró con desesperación, su voz temblando mientras hablaba.
-Mansoor tiene a mi hermano. Lo capturaron hace meses. Me dijeron que si no hacía lo que pedían, lo matarían.
El silenc