Una ráfaga de viento frío me caló hasta los huesos al entrar. El portero me abrió la puerta y me saludó con un gesto cortés. A la mayoría de la gente le pedían el DNI al entrar, pero a los VIP los reconocían al instante.
Al pasar de la luz aún brillante del día a la penumbra del exterior del club, parpadeé para que mis ojos se acostumbraran a la oscuridad.
La zona VIP estaba al fondo y me tomé mi tiempo para subir la escalera de caracol que daba acceso directo. La zona estaba elevada, lo que ofrecía una vista despejada del resto del local.
Caminé por el piso superior, sin siquiera percatarme de los extremos que implicaba formar parte de este mundo. Si bien nunca me había interesado el aspecto de la vestimenta que atraía a muchos otros en este estilo de vida, la había visto con suficiente frecuencia como para que no me afectara demasiado. No es que todos aquí vistieran cuero y cadenas. Una de las cosas que me gustaba de Olympus era que tenía un poco de todo.
A pocos metros, vi a una muj