—No es que lo haya planeado. —Me puse a la defensiva—. Vamos, si fuiste tú quien la trajo a esa supuesta segunda entrevista.
—Lo sé. Y estoy aquí sentado, hablando contigo, y me doy cuenta de que pareces… feliz. Dominic, no recuerdo haberte visto feliz nunca. —Me tendió la mano—. No de verdad.
Nunca había sido capaz de rechazar un gesto tan simple, así que lo acepté y, cuando me hizo sentar, me senté. Me escrutó con intensidad. Lo que fuera que viera, la hacía relajarse.
—Quizá te convenga. —Fawna asintió. Luego me señaló con el dedo—. Pero ten cuidado, Dominic. No le hagas daño a esa chica. Te lo digo en serio.
*** Más tarde, después de que se marchara, vagué por el silencio del ático.
Aleena me había mandado un mensaje diciéndome que Molly quería que nos viéramos para almorzar. ¿Necesitaba algo de ella?
Mi respuesta instintiva fue que sí.
Así que le dije que podía tomarse todo el tiempo que necesitara.
Mejor que no supiera que empezaba a necesitarla para un montón de cosas. Ya tenía