—No me digas —dijo—. Bueno, primero… te vas a hacer la prueba.
—Tomo la píldora.
—No ese tipo de prueba.
—Pero… —No lo hagas —dijo Molly en voz baja—. Estoy segura de que te ha dicho que está limpio, y estoy bastante segura de que tú también lo estás. Pero sé inteligente. No te arriesgues, ¿de acuerdo? Podemos ir juntas. Probablemente hasta te sentirás mejor. ¿De acuerdo?
Respiré hondo y miré la copa de vino que aún no había bebido. Luego dije: —De acuerdo.
—De acuerdo. Ahora… segundo, y aquí está la gran pregunta. ¿Te gusta?
—Sí —admití. —Es que no sé qué significa, porque lo que pasó entre nosotros dos no puede repetirse jamás, así que ¿qué sentido tiene?
—¿Pero y si sí se puede?
—Pero Molly… —Sentí un nudo en la garganta—. Yo solo soy… yo.
—Sí. Eres tú y eres genial. ¿Por qué no puedes estar con el príncipe?
Empecé a negar con la cabeza, pero me detuve—. Es más complicado que eso.
—¿Por qué? ¿Porque es rico? Que le den al dinero. Si es tan maravilloso como dices, lo único que deber